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El misterio da los siglos
todo lo que existe? Las mentes racionales y científicamente
orientadas se hallaron incapaces de armonizar el conoci–
miento que se estaba desarrollando acerca del vasto universo
con las enseñanzas de la Iglesia Católica Romana y el protes–
tantismo, que habían dominado el pensamiento del mundo
occidental. La enseñanza de un Jesús con cabello largo y
rostro afeminado y el concepto de un Dios compuesto de
espíritu invisible no les satisfacía intelectualmente. Todo esto
era un misterio colosal. En la vanidad de sus mentes, consi–
deradas por ellos mismos como eruditas, trataron de evadir
totalmente el misterio basándose en el materialismo. Apaci–
guaron su curiosidad tratando de inventar una solución al
misterio de los orígenes, la existencia y
la
vida por medio de
un razonamiento materialista que les satisficiera intelectual–
mente.
Gradualmente,
la
teoría de la evolución se desarrolló en
mentes pensantes, aunque ignorantes, llenas de vanidad inte–
lectual. Este concepto se desarrolló hasta convertirse en la
teoría de "uso y desuso" de Lamarck. En seguida de Lamarck
vino Carlos Darwin con su teoría sobre la "supervivencia del
más apto". En realidad, Darwin murió sin estar seguro de
la
veracidad de su propia teoría. No obstante, dos colegas suyos,
Haeckel y Huxley, lucharon vigorosamente por promover la
aceptación pública de la teoría darviniana.
Pero las mentes humanas que dieron origen a la teoría,
llenas de vanidad intelectual, ¿eran más sabias que
la
mente
suprema que las creó a ellas? La teoría de la evolución ha sido
inventada por mentes en un esfuerzo por explicar
la
presencia
de una creación sin
la
prexistencia de un Creador divino.
Si el Dios todopoderoso fue nuestro Hacedor, y si existe
como Creador divino de todo lo que hay, entonces Dios
mismo surge como el primero y el más grande de todos los
misterios.
¿Qué y quién es Dios? Este es un misterio que ninguna
religión entiende. La ciencia no lo explica. La educación no
lo enseña. Para los fundadores de la teoría de la evolución,
llenos de vanidad intelectual, la existencia de Dios, como les
fue presentada por la religión, era un misterio que ellos no
podían entender ni aceptar. Pero ni siquiera los religiosos que
ellos rechazaban pudieron entender el misterio de Dios. Sin