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El misterio de la Iglesia
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Cristo no vino hasta 4.000 años después de Adán y del
pecado original. Si Dios ha estado tratando de convertir al
mundo, ¿de qué medios se valió durante esos 4.000 años entre
Adán y Cristo? Como hemos visto en el capitulo
111,
Dios negó
el acceso al árbol de la vida en tiempos de la fundación del
mundo. El Espiritu Santo y la salvación le han sido negados
al mundo durante todos estos años.
Pero en vista de lo revelado por el Dios todopoderoso en
su Palabra, y que hemos explicado en los capítulos anteriores,
todas estas suposiciones son erradas. Son apenas el testimo–
nio vociferante de aquel hecho expresado en Apocalipsis 12:9:
que todo el mundo ha sido engañado por Satanás el diablo.
La mente del hombre está cegada a la verdad del propósito
de Dios, como afirma
11
Corintios 4:3-4.
La existencia de la Iglesia, pues, se convierte en un
verdadero misterio para casi todos los habitantes de la tierra.
Con cierta frecuencia escuchamos noticias acerca de al–
guna iglesia. Al hablar de iglesia la gente piensa en un edificio
o quizá una secta que aparece en las noticias. No se le ocurre
pensar que la existencia de la Iglesia pueda ser un misterio.
Mas cuando preguntamos por qué existen las iglesias y cómo
se creó la institución de la Iglesia, cuál es su razón o propó–
sito, y si tiene alguna importancia la iglesia a la cual pertene–
cemos, entonces empieza a surgir como un misterio. La
mayoría de-las personas no tienen respuesta.
Los hechos que rodean el origen de la Iglesia y su
propósito se revelan en aquel libro de misterios que es la
Santa Biblia. La aclaración de este misterio tomará más
páginas de este volumen que cualquier otro tema.
MI experiencia personal
Recuerdo mi propia experiencia, semejante a la de muchas
personas. Mis padres eran miembros de una respetada iglesia
del cristianismo tradicional, como lo habían sido sus familias
por muchas generaciones. Desde mi infancia me llevaron a los
servicios religiosos y los consideré comoparte normal de la vida.
Iba todos los domingos porque mis padres me llevaban. Conti–
nué la costumbre hasta la edad de 18 años. Nunca se me ocurrió
preguntar por qué debía ir ni cómo se había originado la iglesia
ni cuál era su verdadero significado o propósito.