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El misterio de la Iglesia
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restaurado y administrado por
la
divina
FAMILIA
o reino de
Dios, en remplazo del actual mundo malo de Satanás.
La proclamación de esta asombrosa noticia anticipada,
unida a las curaciones milagrosas, a la conversión del agua en
vino y demás prodigios de Jesús, causó inmenso revuelo.
Detrás de Él y sus discípulos se reunían multitudes. Mientras
predicaba este mensaje al público estaba preparando a sus
discípulos para su futuro papel de apóstoles.
Por qué se oponían loa fañaeoa
La proclamación de la noticia había llegado hasta Jerusa–
lén. Allí los fariseos, escribas y saduceos se alarmaron. Los
fariseos eran una secta judía que tenía algunos miembros en
puestos oficiales menores aunque para ellos importantes. El
Imperio Romano era el poder dominante en esa época. Los
romanos asignaban a un gobernante local y un pequeño ejército
de ocupación para supervisar el gobierno en Judea. Pero los
romanos ponían a algunos fariseos en puestos menores bajo el
gobernante romano. Eran cargos políticos bien pagados y los
fariseos no querían perderlos ni su poder sobre el pueblo.
Estos dirigentes judíos y sus principales sacerdotes no
entendieron el mensaje evangélico de Jesús. Sabían que pro–
clamaba un gobierno, el cual dominaría a
TODAS LAS NACIONES
de la tierra. Lo que
no
entendieron fue la
NATURALEZA
del
reino de Dios ni
CUÁNDO
se establecería (como tampoco lo ha
entendido la llamada "cristiandad" de hoy).
Los dirigentes religiosos de esa época creían que Jesús
era un subversivo empeñado en derrocar el gobierno romano
y establecer su propio reino en ese momento. Temieron verse
acusados de sedición y deslealtad, de perder sus cargos y
tal
vez de ser ejecutados como subversivos. Por eso se opusieron
a Jesús y lo denunciaron. La cristiandad tradicional nunca ha
entendido esta razón básica de la oposición farisaica y la
persecución contra Jesús. Entre los fariseos había políticos
inescrupulosos.
Llegado el tiempo de la primera Pascua que se celebraría
durante el ministerio de Jesús, en la primavera del año 28 de
nuestra era (casi exactamente 1.900 años, o sea 100 ciclos de
19 años cada uno, antes de que yo celebrara la Pascua por
primera vez), Jesús subió a Jerusalén. Estando allí, un nota-