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El misterio de la Iglesia
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ción en la preparación para el proceso
de
nacer del Espí–
ritu.
Jesús lo aclaró aun más cuando dijo: "Lo que es nacido de
la carne,
CARNE ES".
Lo que nace de los seres humanos es un ser
humano, compuesto de carne y sangre, compuesto de
MATERIA
de la tierra. "Y lo que es nacido del Espíritu,
ESPIRITuEs"
(Juan
3:6). Ya no es humano sino inmortal, compuesto de espíritu. Ya
no se compone de materia, de carne.
Jesús explicó aun más: "No te maravilles de que te dije:
Os es necesario nacer de nuevo" (versículo
7).
Luego comparó
al nacido de nuevo con el
VIENTO,
invisible a los ojos huma–
nos: "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas
ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que
es nacido del Espíritu" (versículo
8).
Nicodemo no entendió una explicación tan clara ... ¡ni la
entienden nuestros dirigentes religiosos hoy!
Todo lector de este libro debe leer también nuestra
publicación gratuita titulada
¿Qué
significa "nacer de nuevo"?
En esta conversación con el representante de los fariseos,
Jesús se refirió a la salvación, la fase "espiritual" del reino de
Dios.
¡Ese reino NO estará compuesto por seres humanos
mortales!
No se compondrá de seres de carne y hueso que
simplemente
han
"aceptado a Cristo" y se
han
afiliado a la
iglesia que más les atrae. Sin embargo, millones de personas
lo creen así.
Esos millones que pertenecen a las distintas iglesias no
entienden
QUÉ
es la Iglesia ni
POR
QUÉ
existe, su
PROPÓSITO
ni
SU RAZÓN DE SER.
Comparemos la explicación dada por Jesús a Nicodemo
con el llamado "capítulo sobre la resurrección", 1 Corintios
15: "Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre
Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas
lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre,
que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también
los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.
Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos
también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que
la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni
la corrupción hereda la incorrupción" (versículos 45-50).