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El misterio de la Iglesia
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La
mujer le dijo a Jesús: "Señor, dame esa agua, para que
no tenga yo sed" (Juan 4:15). Fue una solicitud directa de una
mujer inconversa que pedía la salvación y el don del Espíritu
Santo. Pero JESÚS LE RESPONDIÓ SOLAMENTE HACIENDO MEN–
CIÓN DE SUS PECADOS, jiNDICÁNDOLE DE QUÉ TENÍA QUE ARRE–
PENTIRSE! No le dijo: "Ven a mí
tal
como estás, con todos tus
pecados".
Ninguno PUEDE venir a Jesús si el Padre no lo trajere.
Todos han pecado. El pecado es contra Dios el Padre. Pri–
mero hay que arrepentirse del pecado y dejarlo. No se trata
del simple remordimiento por nuestras culpas. Se trata de
lamentamos hasta el punto de DEJAR EL PECADO, de superarlo.
Esto, con la fe en Cristo, nos reconcilia con Dios. Es Dios el
Padre quien añade a la Iglesia a los que Él llama para ser
salvos (Hechos 2:47). Es DIOS quien pone a los miembros
dentro de su Iglesia
(1
Corintios 12:18), ¡no la fogosa oratoria
de un predicador que insta a sus oyentes a subir al altar!
Dios coloca a las personas en su Iglesia para que se
desarrolle en ellos su carácter santo, justo y perfecto. ¿PARA
QUÉ? Para prepararlos como futuros SERES ESPIRITUALES para
el reino (familia) de Dios, ¡a
fin
de que GOBIERNEN al mundo
entero con Dios!
¿Qué hace la IGLESIA como madre espiritual de sus
miembros para DESARROLLAR EN ELWS ESE CARÁCTER ESPIRI–
TUAL? Esto nos trae al verdadero PROPóSITO de
la
Iglesia y a
la explicación de POR QUÉ no se puede NACER DE NUEVO fuera
de la Iglesia.
El propósito de la Iglesia
Veamos ahora lo más importante de todo: ¿Cuál es el
VERDADERO PROPÓSITO de la Iglesia? ¿Por qué dispuso Dios
que Cristo la fundara?
La Iglesia es la madre espiritual de los conversos. Éstos
son los embriones espirituales que aún no han nacido, aunque
sí han sido engendrados mediante el Espíritu Santo de Dios
y por tanto ya son hijos de Dios.
La IGLESIA es el organismo espiritual de Dios, bien
organizado, para nutrir a estos futuros seres divinos, hijos de
Dios el Padre, con alimento espiritual, para prepararlos y
desarrollar en ellos el CARÁCTER espiritual justo.