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El misterio del reino de Dios
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son los que serán destruidos y remplazados por Cristo cuando
Él regrese. ¡El reino de Cristo es del MUNDO DE MAÑANA!
¿Acaso no hemos leído lo que el ángel proclamó a María,
madre de Jesús? Jesús le dijo a Pilato que Él había
nacido
para ser rey. El ángel de Dios le había dicho a María: "Y
ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y
llamarás su nombre JEsús. Este será grande, y será llamado
Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el TRONO de David
su padre; y
reinará
sobre la casa de Jacob para siempre, y su
reino NO TENDRÁ
FIN"
(Lucas 1:31-33).
¿Por qué será que las iglesias de este mundo nunca
mencionan estos pasajes de las Sagradas Escrituras? Millares
de personas han ido a la misa y a los servicios religiosos toda
su vida y nunca han oído citar las escrituras que hablan de
Cristo como rey del venidero reino de Dios.
Estos pasajes nos dicen claramente que Dios es el GoBER–
NANTE supremo. Nos dicen en palabras clarísimas que Jesús
nació para ser
REY,
que va a gobernar a todas las naciones y
que su reino gobernará eternamente.
Pero esto es sólo parte de la
VERDAD
fantástica, asom–
brosa, realmente EXTRAORDINARIA acerca del reino de Dios.
El reino de Dios gobernará sobre los pueblos y las nacio–
nes de
la
tierra. Pero estas naciones y pueblos mortales no
serán
el reino. Ni siquiera estarán
dentro
del reino de Dios.
Simplemente serán sus
súbditos.
Cómo vendrá la utopía
Seamos específicos. Veamos cómo se dará comienzo a la
utopía del mañana. Recordemos que este maravilloso mundo–
estado no se impondrá de una vez. Cada paso principal dentro
de esta serie de sucesos futuros se expone claramente en las
páginas de la profecía bíblica.
El mismo Jesucristo que caminó por los montes y valles
de la Tierra Santa y que recorrió las calles de Jerusalén hace
más de 1.900 años, vendrá nuevamente. Dijo que vendría. Fue
crucificado, pero Dios lo levantó de la muerte después de tres
días y tres noches (Mateo 12:40; Hechos 2:32; 1 Corintios
15:3-4). Ascendió al trono de Dios, sede del gobierno del
universo (Hechos 1:9-11; Hebreos 1:3; 8:1; 10:12; Apocalipsis
3:21).