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El misterio de los siglos
males en nuestro mundo, se revelan claramente en la Palabra
del Dios todopoderoso, que es la Santa Biblia. Esto se hará
más claro a medida que avancemos.
Pero antes, ¿qué revela la Biblia acerca de
QUÉ
y
QUIÉN
es Dios? Dios se revela
únicamente
en este libro inspirado.
Pero la humanidad en general nunca le ha creído, es decir,
¡nunca ha creído
lo
que Dios dice!
Dios habló cara a cara con
Adán y Eva, la primera pareja humana. Luego permitió que
Satanás se acercara a ellos. Satanás indujo a Adán a la
desobediencia por medio de su esposa. Nuestros primeros
padres creyeron a Satanás cuando les dijo:
"No
moriréis"
(Génesis 3:4), siendo que Dios les había dicho: "Ciertamente
morirás" (Génesis 2:17), si tomaban del fruto prohibido.
Cuando Jesucristo vino a la tierra y predicó 4.000 años
más tarde, contadísimas personas creyeron sus palabras (He–
chos 1:15), aunque predicó el mensaje de Dios a varios
millares.
No es de extrañar, pues, que ninguna de las religiones,
sectas y cultos, salvo la pequeña Iglesia fundada por Jesu–
cristo en el año 31 de nuestra era, crea a Dios. Las demás no
creen lo que Dios dice en su Palabra. ¡La Palabra de Dios
revela claramente
QUÉ
y
QUIÉN
es
Él!
Pero su ignorancia tiene
una razón, como veremos más adelante.
Ahora bien, ¿exactamente
QUÉ
y
QUIÉN
es Dios? ¿Cómo
se revela? Ya citamos al apóstol Pablo cuando dijo a los
atenienses que Dios es el Creador que diseñó, formó y creó
al hombre.
El profeta Isaías cita estas palabras de Dios: "¿A qué,
pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo.
Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas
cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus
nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y
el poder de su dominio" (lsaías 40:25-26).
Más aún, Dios les dice a los escépticos: "Alegad por
vuestra causa, dice el Eterno; presentad vuestras pruebas,
dice el Rey de Jacob. Traigan, anúnciennos lo que ha de
venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondre–
mos nuestro corazón en ello; sepamos también su postrime–
ría, y hacednos entender lo que ha de venir. Dadnos nuevas
de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros