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El misterio de los siglos
12 tribus de Israel (Daniel 12:1; 10:2-13, 21) y a la verdadera
Iglesia de Dios hoy (Apocalipsis 12:7).
La obra maestra de la creacl6n
Aunque Dios es el que asigna las responsabilidades de los
ángeles, Elles ha dado una
MENTE FACULTADA PARA PENSAR,
RAZONAR, ELEGIR
y
TOMAR DECISIONES.
Pero hay una cualidad importantísima que ni siquiera el
poder de Dios puede crear instantáneamente por decreto: ¡el
CARÁCTER
perfecto, santo y justo que es propio de Dios y del
Verbo!
Este carácter es algo que se tiene que
DESARROLLAR
por
VOLUNTAD
y
DECISIÓN
de aquel en quien ha de existir.
Tómese nota de esta verdad esencial e importantísima:
que el
carácter
perfecto, santo y justo es la obra suprema, la
máxima realización posible para el Dios creador y todopode–
roso.
Y
que también es el medio para cumplir su
PROPÓSITO
supremo, ¡su objetivo final!
¿CóMo?
Repetimos que tal carácter perfecto es algo que se
desa–
rrolla.
Es imprescindible que el ente independiente en el cual
ha de crearse este carácter esté dotado de libre albedrío y de
la facultad para tomar decisiones. Más aún, dicho carácter ha
de ser inculcado por Dios mismo y solamente puede provenir
de Él, pues Dios es el único que tiene ese carácter justo y, por
ende, es el único que puede darlo.
Ahora bien, ¿qué es ese carácter justo del cual estamos
hablando?
El carácter perfecto, santo y justo es la capacidad, en un
ente independiente, de llegar a discernir el camino correcto y
verdadero del falso, de entregarse voluntaria, total e incondi–
cionalmente a Dios y su camino perfecto, de acatar a Dios y
rendirse
ante Él, de decidirse a
vivir
bien y a
obrar
bien aun
en contra de
las
tentaciones y los deseos. Y aun así, el
carácter santo es don de Dios. Se recibe al entregarse a Dios
para que Él inculque su
LEY
(su camino de vida) dentro del
ente que así lo decide y lo desea.
Este carácter perfecto, pues, solamente puede venir de
Dios y se inculca en el ente creado por Él cuando éste así lo
desea voluntariamente, pero sólo después de pruebas severas.