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Los éngeles
y
los espíritus malignos
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pero hechos primero de carne y hueso físicos, sujetos a
la
muerte si no se arrepentían del pecado, mas con
la
posibilidad
de nacer dentro de la familia divina como hijos engendrados
por Dios el Padre. Dios vio que esto se podía hacer por medio
de Cristo, quien se entregó con este fin.
¡Por esta razón creó Dios al hombre!
Este fue el motivo
que Él tuvo para hacer la obra más colosal que jamás haya
emprendido: ¡Reproducirse a sí mismo! El siguiente capítulo
lo mostrará de manera clara e innegable.
Terminaremos este capítulo con un importante comenta–
rio final. El propósito general y supremo de Dios es crear, aun
hasta el punto de reproducirse a sí mismo. Además, el Todo–
poderoso tiene que ser el gobernante supremo de toda su
creación. Parece que Dios ha escogido la tierra como sede de
su gobierno universal y lugar de su trono (ver 1 Corintios
15:24). Pero Satanás había derrocado el gobierno divino en la
tierra. Ahora Dios se proponía restaurarlo por medio del
hombre creado a imagen suya y destinado a convertirse en
parte de la familia divina. Recordemos
la
advertencia de
Pablo: No ignoremos la existencia de Satanás ni sus argucias,
ni dejemos que gane ventaja sobre nosotros (11 Corintios
2:11). Los siguientes capítulos aclararán aun más cuál es
nuestro destino excelso.
Buenas noticias
Todos conocemos aquello de "la buena noticia y la mala
noticia". La última parte de este capítulo ha dado la noticia
mala. Pero
la
buena noticia es el designio que Dios está
llevando a cabo y el hecho de que las dos terceras partes de
los ángeles son santos y justos y ellos superan numéricamente
a los demonios. Estos ángeles siguen siendo los agentes
invisibles de Dios para servir y ayudar a desarrollar el carác–
ter de los incontables seres humanos destinados a convertirse
en hijos y herederos del Dios supremo y en miembros de
la
gran familia de Dios.