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¿Dónde está la verdadera Iglesia?
Sin embargo, no podía menos de preguntarme si éstos
formaban la Iglesia única y verdadera fundada por Jesucristo.
Eran un grupo pequeño, sin educación superior formal. Pero
eran los
ÚNICOS
que pude encontrar que conservaban la
Palabra de Dios y guardaban sus mandamientos. Retenían
fielmente las cosas
SAGRADAS
para Dios: guardaban su sábado
y pagaban su diezmo. Conservaban el nombre bíblico: "Iglesia
de Dios". Ninguna otra iglesia en la tierra tenía estas tres
creencias y prácticas esenciales. Eran gente humilde y sincera,
dispuesta a dar su vida por estas verdades básicas.
¿Qué motivo tenía Dios para ponerme en contacto con
estas personas? Yo no lo sabía entonces.
Aquí debo volver atrás para relatar algunos hechos de mi
vida. He dicho que llevaba muchos años dedicado al campo
comercial de las revistas y periódicos. Aunque no me daba
cuenta, Dios me estaba preparando así para el verdadero
llamamiento que vendría después.
Me casé a la edad de 25 años. Una o dos semanas después
de la boda, mi esposa tuvo una visión o sueño extraordinaria–
mente impresionante que entonces me molestó. Yo no era
"piadoso". Toda mi mente y mi corazón se volcaban sobre mis
negocios en la ciudad de Chicago. En su sueño-visión, mi
esposa vio un ángel que bajó del cielo en una céntrica esquina
de la ciudad. Transitaba mucha gente por allí, y centenares de
personas llegaron a ver al ángel, el cual se dirigió a mi esposa y
a mí. Nos puso sus brazos sobre los hombros y nos dijo que la
segunda venida de Cristo ocurriría pronto y que tenía una
obra para encomendarnos. Cuando mi esposa me relató el
sueño-visión, me sentí inquieto, pues le había parecido muy
real. Pero me sentí avergonzado y quise borrarlo de mi mente.
Si era un llamamiento, yo pretendía huir, como Jonás.
-¿Por qué no vas adonde el ministro de la iglesia de la
esquina? -le dije-. Si significa algo, tal vez él te lo dirá.
No pensé más en el asunto, pero más tarde Dios me quitó
mi negocio y luego otro negocio que establecí en la costa del
Pacífico. En seguida me vi enfrentado al desafío que me llevó
al estudio intensivo de la Biblia.
El fanatismo religioso (así lo veía yo) de mi esposa tenía
que ver con la observancia del sábado. A mi modo de ver, esto
era fanatismo. Sin embargo, a la postre tuve que ceder. Luego