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El matrimonio ... ¿destinado a desaparecer?
La relación de padre e hijo es una relación de familia.
Cuando nosotros, seres humanos mortales compuestos
por ahora de carne y sangre, recibimos el Espíritu Santo de
Dios, Él implanta en nosotros su propia vida y nosotros le
llamamos "Padre". Nos convertimos en sus hijos engendrados
y se establece una relación de
familia.
Entonces se implanta
en nosotros
la "semilla" divina de la vida de Dios.
Este Espíritu Santo
dentro
de nosotros nos va
cam–
biando.
Es ridículo e insensato que los llamados cristianos se
digan "hijos de Dios", se llamen unos a otros "hermanos en el
Señor" y le digan a Dios "Padre' ', para luego negar que Dios
sea una familia y que nosotros podamos nacer dentro de esa
familia, convirtiéndonos en espíritu como Él, ¡en seres divinos
como Él es divino!
Es una gran necedad llamar "Padre" a Dios, decirse hijo
suyo, afirmar que ya hemos "nacido de nuevo" y al mismo
tiempo creer que siempre seremos una especie totalmente
distinta y muy inferior
al
Padre y a Cristo.
Es
ceguera
negar la enseñanza clara
y
sencilla de la Biblia
para seguir las falsas enseñanzas de los falsos profetas,
acogidas por la gran masa llamada cristiana. Cuando un ciego
dirige a otros ciegos, todos caen en el abismo de la ignorancia,
la superstición y el engaño.
Ahora veamos algo más.
¿Quién es miembro de la Iglesia?
¿Quiénes
son los reconocidos por Dios como miembros de su
Iglesia?
Solamente los que sean de Cristo son herederos de Dios
(Gálatas 3:29). El que nazca gentil puede convertirse espiri–
tualmente en hijo de Abraham y en heredero, por medio de
Cristo. Entonces, ¿quiénes son de Cristo?
"Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios
mora en vosotros.
Y si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él" (Romanos
8:9). Por lo tanto,
únicamente
los que tengan el Espíritu
Santo de Dios morando dentro de sí constituyen parte del
cuerpo de Cristo, la verdadera Iglesia.
También leemos: "Porque por un solo Espíritu fuimos