Página 9 - Spanish

Versión de HTML Básico

El matrimonio ... ¿destinado a desaparecer?
5
automático e inherente, el bebé humano tiene una
mente.
Al
nacer, esa mente carece de conocimientos, aunque los puede
obtener. También puede razonar, imaginar, pensar con
creatividad, planear, diseñar, formular juicios, tomar decisio–
nes, ejercer la voluntad
y
la autodisciplina. Más aún, tiene
facultad para apreciar la música, la literatura, el arte; y lo más
importante de todo es que puede desarrollar el sentido de los
valores morales
y
espirituales, e incluso puede desarrollar un
carácter justo.
En los animales la facultad sexual tiene
una sola
finalidad: la reproducción. Pero en los seres humanos, la
sexualidad cumple también otros propósitos, como veremos
más adelante.
Para que el niño recién nacido llegue a cumplir el
propósito trascendental de la existencia humana, infinitamen–
te superior al de un animal, necesita los cuidados, la
instrucción, la dirección y el amor de sus padres ... y también
la experiencia de vivir en el seno de un hogar y una familia.
¿Propósito trascendental?
¡Un momento, por favor!
¿Dije yo un propósito
trascendental?
¡Exactamente! Así como se lee.
Si el ser humano hubiese evolucionado de alguna especie
animal inferior, si hubiese surgido sin designio ni finalidad
alguna por obra de fuerzas intrínsecas, si no hubiera ningún
plan ideado por un ser creador de inteligencia suprema, si los
hombres no fueron puestos sobre la Tierra con algún
propósito ... entonces bien podríamos preguntarnos: ¿Por
qué existe el matrimonio?
Los grandes pensadores de todos los siglos, buscando a
tientas, quisieron descubrir ese propósito, mas no pudieron.
Quizá la mayoría de ellos aceptaron la realidad del matrimo–
nio y la familia como un hecho cumplido, y quizá siguieron la
costumbre también. Sin embargo, no conocieron su
PRO–
PÓSITO.
¡Hay una razón asombrosa para esta ignorancia!
Quien da crédito a la idea de una evolución sin Dios no
puede captar el designio trascendental que hay en el
nacimiento de un niño, el cual es infinitamente superior al