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¿Quién fue Jesús?
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creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra
que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza
del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,
porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo
cual fueron también destinados" (1 Pedro 2:6-8).
Lucas 2:34 se refiere a la misma profecía. No puede
negarse el hecho de que Jesucristo era el Dios del Antiguo
Testamento, la Roca con la cual muchos tropezaron.
Los jefes religiosos de la época sencillamente no
podían comprender cómo Jesucristo podía ser Dios. Sin
embargo, el Antiguo Testamento que ellos mismos habían
copiado durante siglos estaba lleno de profecías al res–
pecto. Verdaderamente estaban ciegos, y hoy la mayoría
de las personas permanecen así, tal como lo explicó el
apóstol Pablo en la Epístola a los Romanos, capítulos
nueve a once.
Mientras Jesucristo, el Dios del Antiguo Testamento,
permaneció sobre la Tierra como ser humano, había un
solo Ser Divino, el Padre, en el cielo. Y vemos que Jesús
levantó su voz en oración a su Padre en el cielo: "Ahora
pues, Padre, glorificame tú para contigo, con aquella gloria
que tuve contigo antes que el mundo fuese" (Juan 17:5).
Los judíos y los arios no podían creer que Dios se
hiciese hombre. Sin embargo, el Nuevo Testamento explica
que ello realmente sucedió. Uno de los miembros de la
Deidad se convirtió en hombre para que nosotros pudiéra–
mos tener la oportunidad de convertirnos en Dios.
El apóstol Pablo explicó este concepto en la Epístola a
los Filipenses. En el capítulo 2:5-8, les exhorta: "Haya,
pues, en vosotros este sentir [humilde] que hubo también
en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios [pose–
yendo todos los atributos que hacen a Dios, Dios], no
estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino
que se despojó a sí mismo [de todo privilegio y justa
dignidad] tomando forma de siervo, [esclavo] hecho seme–
jante a los hombres; y estando en la condición de hombre,
se humilló [aún más] a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz". Jesucristo era Dios,
pero renunció voluntariamente a su condición de tal, se
convirtió en un ser físicamente humano y descendió al
mundo para morir por nosotros, y salvarnos.