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La resurrección no ocurrió un domingo
solamente la mitad del tiempo proyectado. Vamos a compro–
bar nosotros mismos si en verdad El permaneció en la tumba
exactamente el tiempo que prometió.
Leamos en Mateo 28:6 el testimonio del ángel de Dios, el
mismo que ahora presentamos como prueba: "No está aquí,
pues ha resucitado,
como dijo".
Ciertamente El no resucitó
"como dijo" si no se levantó a la hora exacta que había
predicho. Así que tenemos la prueba de un ángel del Señor,
inscrita en la sagrada Palabra de Dios, de que Jesús hizo
efectiva la señal prometida al permanecer tres días y tres
noches en "el corazón de la tierra". ¡El fue resucitado el
sábado por la tarde, no el domingo por la mañana!
Otra prueba de que Cristo estuvo en la tumba exacta–
mente el tiempo que había indicado puede ser hallada en
1 Corintios 15:3-4: "Porque primeramente os he enseñado lo
que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras;
y que fue sepultado, y que resucitó
al tercer día,
conforme a las E.<Jcrituras".
Su muerte y sepultura fueron conforme a las Escrituras,
no en oposición a ellas.
El tercer día a partir del miércoles en que ocurrió el
sepelio fue sábado; los tres días completos de permanencia en
la tumba terminaron el sábado en la tarde poco antes de la
puesta del Sol, no el domingo por la mañana.
¿En qué día ocurrió la crucifixión?
Jesús fue crucificado un miércoles, o sea, a la mitad de la
semana. Murió en la cruz poco después de las tres de la tarde y
fue enterrado el mismo día antes de la puesta del Sol. Ahora,
contemos los tres días y las tres noches. Su cuerpo estuvo en la
tumba las noches del miércoles, jueves y viernes: tres noches.
También estuvo allí durante las porciones diurnas del jueves,
viernes y sábado: tres días. ¡Fue resucitado el sábado ya tarde,
poco antes de la puesta del Sol, precisamente a la misma hora
del día en que fue sepultado!
Es significativo que según la profecía sobre las "setenta
semanas" en Daniel9:24-27 Jesús habría de ser muerto "a la
mitad de la semana". Y en virtud de que en dicha profecía
cada día representa un año, la septuagésima semana viene a
convertirse realmente en siete años literales. Así, Cristo fue