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La llave maestra de la profecía
todos los profetas sus siervos; e Israel fue llevado cautivo de su
tierra a AsiRIA, hasta hoy [escrito alrededor del año 620 A.c.]".
Observemos que aquel pueblo llamado "Israel", poseedor de
la primogenitura y que no era judío, fue
llevado fuera de su
tierra,
Samaria, a la cual nunca volvió hasta hoy.
Leamos ahora el siguiente versículo de este mismo pasaje:
"Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cutá, de Avá,
de Hamat y de Sefarváyim,
y
los puso en las ciudades de
Samaria, en lugar de los hijos de Israel;
y poseyeron a
Samaria, y habitaron en sus ciudades" (11 Reyes 17:24).
Aquellos extranjeros vivían en la tierra de Samaria en los
tiempos de Jesucristo y son llamados "samaritanos" en los
Evangelios. Es importante tener esto en mente, pues los
samaritanos del Nuevo Testamento en ninguna manera se
habían mezclado con los israelitas. Sólo
un
individuo, un
sacerdote de entre los israelitas cautivos, regresó a Samaria
para enseñarles a los gentiles advenedizos la religión corrupta
de Israel (11 Reyes 17:27-28).
Pero ese pueblo que vino de Babilonia no obedecía a
Dios, ni sus mandamientos ni su religión. Esto lo muestra el
siguiente versículo: "Pero cada nación se hizo sus dioses"
(11 Reyes 17:29).
La religión estatal de los sirios y babilonios era la religión
caldea de los misterios. Esta fue la religión de Simón el Mago
(Hechos 8) quien creyó en los milagros de Felipe, se apropió
para sí el nombre de "cristiano" y comenzó un
nuevo
y falso
"cristianismo" después que el apóstol Pedro lo censuró por su
maldad y amargura. Simón tomó el
nombre
de Cristo, rechazó
la
ley de Dios, le agregó una falsa "gracia" licenciosa a la
religión de los misterios babilónicos y la llamó "cristianismo".
Este falso "cristianismo" ha engañado a millones de personas
hasta hoy.
En 11 Reyes 17:5-18 y 18:9-12 hay un recuento más
detallado del cautiverio de Israel. La casa de Israel habitó
entonces "muchos días ... sin rey" (Oseas 3:4). Aquel pueblo
que llevaba el nombre de "Israel" perdió su identidad.
Israel perdida, Judá no
Las Escrituras nos dicen claramente que
Israel
perdería su
identidad,
su
lengua,
su
religión,
su
territorio
y su
nombre.