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La llave maestra de la profecía
y el ejército caldeo, Johanán y los capitanes recurrieron al
profeta "y dijeron al profeta Jeremías: Acepta ahora nuestro
ruego delante de ti, y ruega por nosotros al Eterno tu
Dios ... para que el Eterno tu Dios nos enseñe el camino por
donde vayamos, y lo que hemos de hacer" (Jeremías 42:2-3).
¡Cuán parecidos a los cristianos profesos de hoy, que
acuden al ministro de Dios asegurando solemnemente que
quieren saber la voluntad divina, que prometen al igual que
éstos obedecer a "la voz del ETERNO nuestro Dios!" (versículo
6).
¿Lo decían sinceramente? Las personas así rara vez son
sinceras. La naturaleza humana quiere
ser
buena o
sentirse
buena, pero no quiere
hacer
el bien.
La palabra de Dios vino a Jeremías y él les respondió que
no temieran porque Dios los protegería. Pero el pueblo quería
huir a Egipto y el Eterno les advirtió que no lo hicieran, pues
la
espada de Nabucodonosor que tanto temían los vencería
allí: "Si vosotros estáis completamente resueltos a marcharos
a Egipto para morar allí, sucederá que
la
espada que teméis,
os alcanzará allí ... y allí moriréis" (Jeremías 42:15-16).
El pueblo, como de costumbre, rechazó
la
advertencia de
Dios. Johanán respondió así a Jeremías: "Mentira dices; no te
ha enviado el ETERNO nuestro Dios para decir: No vayáis a
Egipto para morar allí" (Jeremías 43:2-3). "No obedeció, pues,
Johanán ... ni nadie del pueblo, a la voz del ETERNO"
(versículo 4).
Los
que a voz en cuello
anuncian
que quieren
hacer la voluntad de Dios, rara vez aceptan la misma Palabra
de Dios como su voluntad ... ¡a menos que coincida con la
suya propia!
Johanán, pues, "tomó ... a todo el remanente de Judá
... a hombres, mujeres y niños,
a las hijas del rey
...
y al
profeta Jeremías y a Baruc, hijo de Nerías
[el escriba o
secretario de Jeremías],
y
entraron en tierra de Egipto"
(Jeremías 43:5-7).
Cuando llegaron a Egipto, Dios advirtió nuevamente a
estos judíos, por boca de Jeremías, que los matarían allí la
espada y el hambre, y añadió: "No volverán sino
algunos
fugitivos"
(Jeremías 44:12-14). Sí, algunos
pocos
de este grupo
se encontraban bajo la protección divina. Había una misión
que debía cumplirse. Ellos tenían que ESCAPAR. "Y los que