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La llave maestra de la profecía
La hallamos en el capítulo 17 de Ezequiel. Es preciso leer
todo el capítulo cuidadosamente. Nótese primero que este
mensaje profético NO iba dirigido a Judá (a los judíos), sino a
la casa de Israel. Era un mensaje para llevar luz a la casa de
IsRAEL, las 10 tribus que se encuentran perdidas en estos
últimos tiempos.
Dios le ordenó a Ezequiel que propusiera primero
un enigma y luego una parábola. El enigma se describe en
los versículos 3 al 10. Luego, a partir del versículo 12, el
Eterno explica su significado: "Di ahora a la casa rebelde".
La casa rebelde era la de ISRAEL (ver Ezequiel 12:9) para
quien Ezequiel había sido instituido como profeta (Ezequiel
2:3; 3:1, etc.). "¿No habéis entendido qué significan estas
cosas? Diles ...", y en seguida se explica el enigma
claramente.
Una gran águila vino al Líbano y tomó el cogollo o rama
más alta del cedro. Según la explicación, el águila
representaba al rey Nabucodonosor de Babilonia, quien vino a
Jerusalén y llevó cautivo al rey de Judá. Luego arrancó el
principal de sus renuevos y lo llevó a tierra de mercaderes. La
explicación nos muestra que se trataba de los hijos del rey,
cautivos también. La expresión "tomó también de la simiente
de la tierra" (Ezequiel 17:5), significa que Nabucodonosor
tomó parte del pueblo y los poderosos de Judá. Plantó esta
simiente "como un sauce. Y brotó, y se hizo una vid de mucho
ramaje, de poca altura" (versículos 5-6). Esto nos dice que los
judíos recibieron un pacto mediante el cual, aunque estaban
bajo el gobierno de los caldeos, podían vivir en paz y crecer. La
"otra gran águila" del versículo 7, representaba al faraón de
Egipto.
Así, el enigma representa la
primera
mitad de la comisión
de Jeremías. Ahora veamos la revelación acerca de la
segunda
mitad, la PLANTACIÓN del trono de David, la cual aparece en la
parábola, versículos 22-24: "Así ha dicho el Eterno Señor:
Tomaré yo, sí, yo, del cogollo de aquel alto cedro". La
explicación dada por Dios mismo nos enseñó que el cedro
representaba la nación de Judá y el cogollo era su rey. En la
figura, Nabucodonosor tomó el cogollo, es decir al rey. Ahora
la parábola nos dice que
Dios
-
no Nabucodonosor sino
Dios
- tomaría
DEL
cogollo, no el cogollo entero sino
de
él. Tomó