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¿Qué es FE?
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leyes de la naturaleza al caminar sobre el agua, debió ser
suficiente para que él creyera que sí era posible hacerlo. Lo
estaba viendo con sus propios ojos.
Pero Pedro rechazó esta prueba definitiva y se concen–
tró en las circunstancias fisicas que le eran más familiares.
Segundo, Pedro carecía de
experiencia.
La experiencia produce confianza al establecer una
serie de precedentes sobre los cuales basarse. Cuanto más
experimentemos el poder milagroso de Dios, más fácil nos
es aceptarlo, y así desarrollamos más fe o confianza.
La fe debe ser algo intrínseco. Debe ser perdurable y
convertirse en una parte imborrable de nuestra personali–
dad espiritual. El ejercitar la fe en una situación determi–
nada debe convertirse en parte de la naturaleza misma del
cristiano.
Pero lograrlo toma tiempo y experiencia. Cada expe–
riencia nueva contribuye a la siguiente. Jesucristo dio a sus
discípulos (estudiantes) muchísimas de estas experiencias
durante los tres años y medio de su ministerio en la Tierra.
Cada una se agregó al cúmulo de experiencias que los
discípulos pudieron luego aprovechar a lo largo de todo su
ministerio.
Ya cuando la Iglesia había sido establecida y comen–
zaba a marchar, ¡Pedro había
adquirido
una gran fe diná–
mica y viviente! Nótese la siguiente narración en el libro
de los Hechos: "Pedro y Juan subían juntos al templo a la
·hora novena [3 p.m.], la de la oración. Y era traído un hombre
cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del
templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna
de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro
y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le
diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le
dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando
recibir de ellos algo.
"Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que
tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret,
levántate
y
anda.
Y tomándole por la mano derecha le
levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos"
(Hechos 3:1-7).
Aquel no era el mismo Pedro cuya fe sucumbió en el