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¿Qué significa salvación?
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Entendamos esto claramente. La siguiente analogía
nos ayudará a disipar cualquier duda. Casi todas las damas
llevan en su bolso un espejo de mano. Cuando alguna
señora saca su espejo y descubre alguna mancha en su
rosto, ¿acaso pretende ella que con sólo mirarse en el
espejo se limipará el sucio? Ridículo, ¿verdad? ¡Claro que
lo es! Con mirarse en el espejo, ella no limpiará la mancha
que tiene en el rosto. ¿Por qué? ¡Porque el espejo sólo le
indica que su rosto está manchado! Siguiendo la analogía,
la ley de Dios es su espejo espiritual. Su Biblia lo dice muy
claramente (Stg. 1:22-25). Usted se contempla a la luz de
la ley de Dios. Esta le muestra la impureza espiritual que
hay en su corazón. Oir la Palabra de Dios que corrige y
reprende (2 Ti. 3:16) y luego no hacer nada por quitar esa
impureza espiritual, es hacer lo mismo que aquel que des–
cubre por medio del espejo que su rostro está sucio, pero
que se olivda luego de ello y no se ocupa en limpiarlo.
La ley de Dios es su espejo espiritual. Pero aunque en
adelante se abstenga de ensuciarse más, no logrará limpiar
la inmundicia que ya hay en usted. Evitar cuidadosamente
incurrir en mayor penalidad hoy no borra la penalidad en
que usted incurrió ayer y en su vida previa. Así pues, "por
las obras de la ley ningún ser humano será justificado
delante de él". ¿Por qué?- "porque por medio de la ley es
el conocimiento del pecado".
El pecado es "la infracción de la ley". Pablo jamás
hubiera sabido que es pecado codiciar, si la ley no hubiese
declarado: "No codiciarás". La ley sirve para decirnos qué
es pecado. No para limpiarnos de nuestras transgresiones
de ayer, o para borrar el castigo de los pecados que cometi–
mos el año pasado.
No puede existir una ley, a menos que haya también
un castigo por la violación de la misma. Y "donde no hay
ley, tampoco hay transgresión" (Ro. 4:15), y no habría
tampoco castigo- ni condena. Si la paga- el castigo–
del pecado es muerte, y la muerte es la pena, entonces sí
existe una ley. Y de igual manera, si la ley no ha sido
quebrantada, tampoco hay transgresión ni castigo, y no
necesitamos Salvador; no nos hace falta ser salvados de
ningún castigo.