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¿Qué significa salvación?
Así pues, de aquí en adelante, tenemos que obedecer
para justicia (Ro. 6:16).
Sin embargo, usted no puede, de su propia fortaleza,
guardar espiritualmente la ley espiritual.
¡Entendamos bien esto!
Cómo obtiene usted vida eterna
*'"
Usted ya logró tener acceso a Dios. Usted es mortal,
poseyendo tan sólo una existencia química temporal. Uni–
camente Dios tiene vida eterna. Usted sabe que la vida
puede provenir solamente de la vida - no de la muerte.
Entiende que la muerte de Cristo pagó la pena de sus
culpas pasadas - la misma le reconcilió con Dios - le dio
acceso directo a Dios. Ahora, ¿cuál es el siguiente paso?
Ahora es preciso que usted reciba como regalo de Dios
la vida eterna. ¿Pero cómo?
Jesucristo dijo que era necesario para nosotros los
mortales, que El fuese al trono del Padre en el cielo (Jn.
16:7) a fin de enviarnos el Espíritu Santo de Dios.
Esto requería a un Cristo resucitado y viviente. De
manera que después de su crucifixión y resurrección, Jesús
ascendió al trono de Dios, quien gobierna el universo
entero (Ap. 3:21). Luego, cincuenta días después, durante
la fiesta anual de Pentecostés, el Espíritu Santo vino para
penetrar en las mentes de todos los que sinceramente se
habían arrepentido de su rebelión hacia Dios y su camino,
y que habían sido reconciliados con El - que habían
ganado acceso - por medio de la fe en la sangre derra–
mada de Cristo para la remisión de pecados pasados (Hch.
2:1-4).
Estos primeros discípulos recibieron el Espíritu de
Dios mediante la obra del Cristo resucitado, glorificado,
viviente. El Espíritu del Padre es también el Espíritu de
Cristo. De modo que éste era realmente el Cristo viviente
mismo, entrando en ellos- ¡no en persona, sino en espí–
ritu! ¡Cristo es un Salvador viviente que hace su obra de
salvación desde lo interior, en el corazón, en la mente de la
persona!
Entendamos ahora el punto de enlace.
En ese día anual de Pentecostés celebrado en Jerusa–
lén, miles de espectadores se maravillaron cuando los discí–
pulos recibieron el Espíritu Santo. Pedro pronunció un
sermón explicando este fenómeno (Hch. 2:14-36). Los pre-