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Las siete leyes del éxito
¿PoR QUÉ ignoran los hombres cuál es la verdadera FUENTE,
tratando de obtener de donde no hay nada? Si alguien desea
extraer agua pura y cristalina de un pozo, debe ir a un pozo
que esté lleno de esa agua, no a uno que esté vacío. Dios dice
en su Palabra: "Dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a
mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas
rotas que no retienen agua" (Jeremías 2:13).
Además dice: "A todos los sedientos: Venid a las aguas; y
los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid,
comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis
el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no
sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará
vuestra alma con grosura" (lsaías 55:1-2).
Ahora volvamos una vez más a la primera ley del éxito. Se
trata de jDEFINIR EL ÉXITO! ¿Qué constituye el verdadero
éxito? Una vez que hayamos entendido el verdadero
significa–
do
del éxito, habremos hallado el único objetivo correcto.
La meta verdadera determina el rumbo de nuestra vida.
El éxito es el destino hacia el cual se dirige, es a donde
finalmente se llega, y el éxito verdadero
incluye
una vida feliz
y placentera a lo largo del camino.
¿Tiene la vida algún propósito?
¿Existe, después de todo, un PROPÓSITO en la vida? Si nos
puso aquí un Creador, ¿lo hizo sin ningún objetivo? Un
Creador con mente y poder tales que pudo diseñar y producir
la mente y el cuerpo humanos, ¿pudo acaso haber dejado al
hombre sin las herramientas, los ingredientes y los medios
necesarios para cumplir su propósito?
Por supuesto, el hombre, separado de Dios, no tiene
conocimiento de ese propósito, porque dicho conocimiento
no es material sino
espiritual,
y las cosas espirituales no
pueden ser percibidas por medio de los cinco sentidos
físicos: la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto. El
conocimiento espiritual sólo puede ser trasmitido por
revelación, y el mundo ha rechazado esa revelación. Los
hombres, separados de su Creador, son por necesidad ciegos
e ignorantes espiritualmente; andan a tientas en la oscuri–
dad sin poder aprovecharse de las herramientas, los
ingredientes y los medios
adecuados.