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Las siete leyes del éxito
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mayoría pensaban que el éxito era tan sólo el resultado de una
habilidad superior y que el fracaso se debía simplemente a la
falta de ella. Pero según esta opinión, la mayoría estaba
destinada irremediablemente al fracaso desde su nacimiento.
Si el hombre carecía de esa habilidad, estaba condenado a
fracasar, a pesar de lo que hiciera para evitarlo. Yo no estaba
de acuerdo con esa idea, y más tarde comprobé que era
falsa.
El director del gran almacén
J.
L. Hudson de la ciudad de
Detroit, Michigan, EE.UU., creía que el fracaso era el
resultado general de la falta de capital adecuado. Una minoría
de los que entrevisté estaban de acuerdo con él, pues este
concepto hacía al dinero, y no al hombre, responsable del éxito
o del fracaso.
De hecho, la investigación demostró que estos eran
factores contribuyentes, pero solamente eso. Descubría que
un factor mucho más común era que los talentos y las
aptitudes de muchos individuos no correspondían a la carrera
que habían escogido. Me convencí de que la mayoría, de haber
conocido estas siete leyes, podrían haber triunfado en la
actividad más adecuada a su talento.
Estas pesquisas para indagar las
razones
del éxito y del
fracaso me intrigaban y no terminaron con estos viajes, pues el
análisis y la observación de este problema lo he continuado a
lo largo de los años.
Ahora sé con certeza que
¡ningún ser humano tiene por
qué fracasar!
Los fracasos no son predeterminados y el éxito no viene
por casualidad, sino que está regido por
siete leyes específi–
cas.
Si usted las conoce y las aplica, puede estar seguro de
tener el feliz resultado de alcanzar éxito en sus empresas.
Todo ser humano fue puesto en la tierra para un
propósito. Cada persona fue puesta aquí para tener éxito.
Cada individuo debe disfrutar los goces de la prosperidad, la
paz y la felicidad; debe vivir ·una vida interesante, segura y
abundante. Y a fin de que a todos les fuera posible cosechar
abundantes recompensas, si así lo desearan, el Creador puso
en vigor leyes definidas para producir ese resultado tan
anhelado por el hombre.
Pero lo trágico es que a lo largo de los siglos y milenios el