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Capítulo dos
Epidemia de sexualidad
Q
UIZA le cueste tm–
bajo admitirlo - ¡pero VIVImos en un mundo sexualmente
loco! La literatura se llena más
y
más de materia sexual. ¿Pero
qué clase de sexualidad?
El cincuenta por ciento de la población del mundo, per–
tenece al
sexo opuesto.
La atracción mutua, el cortejo, el amor,
el matrimonio -la atracción
y
el deseo
correcto
y
normal
hacia
un consorte en potencia
(y
que no sea un deseo desordenado,
ilegal
y
lascivo)-
son lícitos a la vista de Dios. Pero la historia
sana
y
limpia de una pareja joven que ha crecido amándose
mutuamente
y
se ha casado para
establecer un hogar,
sería un
fiasco,
si se llevara a la pantalla.
La gente anhela ver películas horripilantes acerca del sexo.
Quiere ver prácticas sexuales pervertidas, desfiguradas e
ilícitas.
Y los escritores, directores, actores
y
patrocinadores, le
están dando a esta sociedad libidinosa justamente lo que pide.
El sexo en las películas
La preocupación de las compañías cinematográficas es idear
todas las vilezas imaginables, investigar todos los caminos torci–
dos de la perversión - carcomiendo la vitalidad de la vida
hogareña. El tema de un galanteo "común y corriente", sano y
normal, que culmina en el matrimonio
y
el establecimiento de