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Epidemia de Sexualidad
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Constantemente hablan del sexo - de infidelidad, desleal–
tad, incontinencia, con una rociada liberal de mentiras, engaño,
hipocresía, crimen y perversión.
La grandemente aclamada serie de televisión "Peyton
Place" (En casa de Peyton), es un sondeo continuo dentro
de los secretos recónditos de las mentes de gente "normal" y
"moderna" - gente que miente, que engaña, roba, comete
adulterio y que va de una aventura insensata a otra.
¿Puede ser esto "justificado"?
Pero en alguna forma todo este asunto parece estar "justifi–
cado" - porque después de todo, ¿no lo está haciendo todo el
mundo?
Y además, todas las
razones
de los actos indebidos son
cuidadosamente puestas de relieve. Para el momento en que se
devela el crimen, o el estupro, o la infidelidad conyugal - se
encuentra que el espectador
simpatiza
con los móviles del mal–
hechor.
No, los ministros modernos ni se avergüenzan ni se sonrojan.
Por el contrario, dirigentes de organizaciones grandes y res–
petadas, abogan franca y desvergonzadamente porque se acepte
a los homosexuales, como miembros perfectamente "normales"
de la sociedad. Cónyuges desleales son
dispensados
de sus
acciones. A las aventuras sexuales premaritales se les llama
"salutíferas" o "buenas". A la masturbación, "normal" y
"saludable".
Y si todo este oleaje gigantesco hacia el desenfreno sexual
es normal- si es saludable- entonces nosotros preguntamos:
¿qué es lo anormal y malsano?
¿Cuál es el verdadero amor?
Como una gigantesca y negra capa humosa asentada sobre
la faz de la tierra, el sexo
ha
venido a influenciarlo todo.
Como lo he mostrado, "Hollywood", la publicidad, las