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Capítulo tres
¿Por qué hay hogares destrozados?
MucHAS
parejas
de esposo y esposa y "vidas de familia", se presentan al ingenuo
público a través del deslumbrante monstruo de un ojo que es la
televisión, o desde las pantallas de los cines y en las coloridas
tiras cómicas.
Nuestra risible vida hogareña
Algunas de estas "parejas" o "grupos" han sido representa–
dos tanto en la televisión como en el cine, pero todos son per–
sonajes muy populares de las páginas cómicas. Generalmente el
bobalicón que representa el papel del marido, aparece tonta–
mente en su lerda, balbuceante e ignorante caracterización,
como el objeto de todas las bromas. Incapaz, o por lo menos
no deseoso de ganarse la vida, él puede ser un "marido
dominado", desaliñado y rústico, o puede ser el "empleado de
oficina" joven, nervioso, inepto, ineficiente y terriblemente
estúpido. Casi siempre, el pobre bruto del marido, es regañado
por su esposa, refutado por sus hijos, reconvenido por su jefe
y ridiculizado por su suegra. Este "esposo" común se ha con–
vertido en la fuente de diversión irónica de los niños que
integran la presente generación. Ven que el padre solo es jefe
nominal de la familia, pero no de hecho; que es menospreciado
por su absoluta indignidad, y leen alegremente las travesuras de
los hijos que "se las cargan al Papá", haciéndolo aparecer como
un idiota.