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La Verdadera Historia de la Verdadera Iglesia
otros lugares sean confiscados pare servicio público Y QUE NO SE DEJE NINGUNA FACILIDAD EN LO
ABSOLUTO PARA FUTURAS REUNIONES, a fin de que a partir de este día ninguna de vuestras
asambleas ilegales pretenda aparecer en algún sitio ya sea privado o público. Hágase del conocimiento
público el presente edicto" (tomado de La Vida de Constantino, por Eusebio, libro 3).
Por esa razón la Iglesia verdadera fue forzada a huir por espacio de 1260 años. Parece increíble pero es
verdad. E l servil Eusebio resume la hazaña de Constantino en la siguiente declaración: "Y el crédito de haber
alcanzado esta magna obra" (de borrar la verdad) "solo nuestro Emperador, que gozaba de la protección del
cielo, de entre todos los que le precedieron, pudo atribuírselo a si mismo" (libro 3, cap. 66).
Todo el mundo era obligado ahora a observar la Pascua pagana de Resurrección, o a huir de los
confmes del Imperio Romano. Ni aún las persecuciones de la Roma pagana igualaron a la terrible matanza de
la Roma "cristiana" de Constantino. Desde el Concilio de Nicea (325 d. de J.C.) hasta casi a la muerte de
Constantino, la persecución se intensificó por diez largos años, como fue profetizado. (Véase Apocalipsis
2:10, donde un "día" profético representa un "año" en cumplimiento - Números 14:34.)
Es sólo de los enemigos de la Iglesia de Dios de donde obtenemos escasos y maliciosos datos acerca
del pueblo de Dios, que ahora era malignamente tachado de "hereje" y "enemigo de la iglesia". Estos registros
atribuyen a la gente de Dios creencias que nunca tuvo. Los herejes y la gente de Dios son a menudo llamados
por el mismo nombre.
Durante siglos, los escritores católicos mencionaron pequeños remanentes de la Iglesia verdadera,
dentro de los limites del Imperio Romano. A veces eran individuos, otras veces familias esparcidas, y
especialmente en el Cercano Oriente, había todavía unas pocas congregaciones locales que predicaban el
Evangelio y guardaban los mandamientos.
Mucho después, al principio del siglo V, en Asia Menor, el Obispo Crisóstomo deploraba que
miembros de la Iglesia Católica, al aprender la verdad que les impartían los remanentes esparcidos de la
Iglesia de Dios, se arrepentían de sus caminos y empezaban a observar el Sábado y la "Fiesta de Trompetas, la
Fiesta de las Cabañas, y la Fiesta del Gran Día de Expiación" (Antigüedades de la Iglesia Cristiana por
Bingham, tomo XVI, cap. VI).
Como resultado del Concilio de Nicea (325 d. de J.C.) , la gran iglesia falsa comenzó los 1260 años de
tribulación (Apo. 12:ó) con toda su fuerza. La Iglesia verdadera huyó a los valles y a las montañas de Europa
y Asia Menor.
Ahora tome note de lo que Juan escribe a la siguiente etapa de la Iglesia de Dios - la "Iglesia de
Pérgamo" : "Yo sé tus obras, y dónde moras, donde está la silla de Satanás; y retienes mi nombre, y no has
negado mi fe" (Apo. 2:13).
La obra de Dios revive
La Iglesia local a la que Juan escribió estaba situada en Pérgamo, capital de la provincia romana de
Asia en Asia Menor - Pérgamo era el asiento desde donde Satanás dominaba dicha provincia por medio de
gobernadores humanos mundanos. Así como la Iglesia local ubicada en Pérgamo se hallaba en una ciudad
donde Satanás tenía subyugados a los políticos, de la misma manera la siguiente obra de la Iglesia de Dios
ocurrió dentro de los confmes del gobierno de Satanás - el Imperio Romano Oriental- donde se encontraba
un pequeño cuerpo del pueblo de Dios.
Fue cerca del año 650 d. de J.C. , cuando Dios, como por milagro, levantó de entre el remanente
disperso de su Iglesia en Capadocia y Armenia, a un hombre culto e instruido llamado Constantino de Manali ,
quien revitalizó a su gente y propagó el Evangelio. Alguien obsequió a de Manali unas porciones de la Biblia
y después de estudiarlas, quedó profundamente sorprendido por la verdad que encontró revelada en ellas.
Pronto empezó a predicar y con la ayuda de evangelistas entrenados, encontró tan abundante cosecha, que
fueron decenas de millares los que se convirtieron a la verdad.
Después de veintisiete años de misterio, Constantino de Manali muerto a pedradas en el año 684, pero
un oficial, Simeón, que fue enviado a destruirlo, quedó tan hondamente conmovido por su muerte, que se
volvió a la verdad y llevó adelante el Evangelio hasta que él mismo fue quemado en la hoguera seis años más
tarde. Cien años después, Dios levantó a un tercer ministro, Sergio, para guiar a sus hijos, quienes ya para
entonces estaban permitiendo que crecieran muchas enseñanzas falsas entre ellos.
La gente de Dios era llamada por sus enemigos "Athyngani" --que significa "los que entienden
profecía"- y también les decían "los
paulicianos"
- seguidores del Apóstol Pablo. Los rumores que
circulaban acerca de las doctrinas de ellos eran difamatorios y falsos. Con frecuencia los "falsos hermanos"
que vivían entre la gente de Dios eran confundidos con la Iglesia verdadera. No fue sino hasta casi a