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El misterio de los siglos
se hace aun más asombrosa. Es este espíritu humano lo que
le permite al hombre unirse con Dios, de modo que el hombre
pueda ser engendrado por Dios al unirse el Espíritu de Dios
con el espíritu humano impregnándolo como hijo del supremo
Creador.
El valor de
la
vida humana, pues, radica sólo dentro del
espíritu humano combinado con el cerebro humano. Debe
aclararse de una vez que este espíritu humano no ha sido
percibido por los sicólogos más eruditos. Y sin embargo, es la
esencia misma de
la
MENTE
humana.
El alma puede morir
El libro del Creador revela algo contrario a las enseñan–
zas de los humanos sujetos al error: que el hombre fue hecho
del polvo de la tierra, que este polvo se convierte en un alma
y que es mortal como todos los vertebrados. El hombre ha
insistido en aceptar la primera mentira de
la
historia hu–
mana, la mentira que Satanás le dijo a nuestra madre Eva:
que el hombre es inmortal, que no morirá.
El alma es simplemente un ser viviente que respira. En
la Biblia todos los animales se llaman
almas
o
seres vivientes
(en hebreo,
nefesh).
Por lo tanto, si el hombre es un alma
como lo afirma Génesis 2:7 (ver también 1 Corintios 15:45),
también lo son los animales. Sin embargo, hay un espíritu
humano (1 Corintios 2:11)
dentro
del alma.
Este espíritu humano no imparte la vida. La vida hu–
mana, como la vida de todos los vertebrados, viene de la
circulación de la sangre oxigenada por el aliento o el aire.
Dios revela que en todo ser humano hay un espíritu. Este
espíritu no se encuentra en los animales. El espíritu humano
dota al cerebro de intelecto, facultándolo para adquirir cono–
cimientos, para pensar, razonar, tomar decisiones y producir
actitudes de bien o mal.
El cerebro del hombre y el del animal son parecidos. La
superioridad de la mente humana no se debe a la superioridad
de nuestro cerebro sino a la presencia de un espíritu humano
dentro de él. El cerebro animal está dotado no de intelecto
sino de instinto.
Esto parecerá extraño porque es una dimensión del cono–
cimiento que nadie había enseñado hasta ahora. La verdad es