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El misterio de los siglos
entonces ¡el espíritu en el hombre sería también otro hombre!
Una vaca, una oveja o un perro no sabe las cosas que sabe
el HOMBRE, y el hombre tampoco podría saberlas si no fuera
por el espíritu humano que lleva
adentro,
por ejemplo, el
conocimiento de la química, la física, la ciencia y la tecnolo–
gía. De igual manera, el hombre natural con este espíritu está
limitado:
"Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino
el Espíritu de Dios".
Es SÓLO cuando entra el Espíritu Santo y se une con el
espíritu humano que el hombre puede realmente comprender
lo espiritual: "Pero el hombre natural no percibe las cosas que
son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las
puede entender, porque se han de discernir espiritualmente"
(versículo 14).
Las personas de más alto nivel educativo miran todo por
el lente de la teoría de la evolución. La evolución se ocupa
solamente del desarrollo y la vida material. No conoce ni
enseña nada acerca de la vida espiritual y sus problemas,
aunque todos los males del mundo son de índole espiri–
tual.
PoR ESO es que los más eruditos suelen ser los más
ignorantes. Se limitan al conocimiento de lo material y del
"bien" a
la
manera egocéntrica. Para ellos, el conocimiento de
Dios y de las cosas de Dios son necedad. Por algo Dios dice:
"La
sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios"
(1 Corintios 3:19).
Un mundo apartado de Dios
Ahora volvamos a Adán, el primer hombre.
Recordemos el
propósito
que tuvo Dios al crear al hom–
bre: 1) restablecer el GOBIERNO DE DIOs en la tierra y, me–
diante la regulación de la vida humana por ese GOBIERNO,
a) terminar la creación física de la tierra que los ángeles
habían asolado, y b) simultáneamente completar la creación
del HOMBRE desarrollando en él el carácter espiritual justo; y
2) establecer el REINO DE DIOS y hacer realidad el increíble
potencial humano de terminar la creación del vasto UNIVERSO.
Este PROPÓSITO excelso exigía: 1) que el hombre recha–
zara el CAMINO de Satanás y acogiera el CAMINO DEL AMOR de
Dios basado en la ley espiritual divina; y 2) que el hombre