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El misterio del hombre
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se haya
ARREPENTIDO
de sus pecados, sus infracciones a la ley
de Dios, y 2) hasta que tenga fe absoluta en Jesucristo, hasta
que confíe en Cristo, lo cual incluye
CREERLE
a Él. Esto es,
creer lo que Él dice, creer su Palabra que es la Santa Biblia.
Los llamados, después de arrepentirse verdaderamente y
de creer en Jesucristo, se reconcilian con Dios el Padre y reci–
ben el Espíritu Santo que los engendra como hijos de Dios.
En este punto debemos aclarar otra pregunta: ¿Por qué
era imposible que Caín, Abel y Set, los primeros hijos de
Adán, se arrepintieran y con ese arrepentimiento recibieran
el Espíritu y la vida de Dios? La ley de Dios no sería ley si
no hubiese una pena por las infracciones. Adán pecó. Todos
sus hijos pecaron e incurrieron en
la
pena de muerte. Ni ellos
ni nadie podría estar libre de esa pena de la ley hasta que
Cristo, su propio Hacedor, hubiese pagado la pena de muerte
en su lugar. Por lo tanto, no podía haber salvación hasta la
crucifixión de Jesucristo. Solamente
la
expiación de Jesús
podía reconciliar a los hombres con Dios el Padre.
Entonces ¿qué sucede con estas personas y con todas las
demás ... que suman MILES
DE
MILLONES? Hasta ahora, si no
fueron llamadas y
traídas
por Dios, ¡simplemente no
han
sido
juzgadas! Esto no significa que no responderán por sus peca–
dos. ¡Sin duda responderán! Pero su juicio
vendrá en el
futuro.
El juicio ha comenzado con la verdadera Iglesia de
Dios (1 Pedro 4:17). Jesús dijo: "Ninguno puede venir a mí,
si el Padre ... no le trajere" (Juan 6:44). ¡NADIE puede venir
a Cristo de otra manera! Pero la Iglesia es apenas la
PRIMERA
cosecha.
En el mundo engañado por Satanás muchos han venido
a un Cristo falso que supuestamente abrogó los mandamien–
tos de su Padre. Incluso adoran a Cristo. Pero Él mismo dijo:
"En vano me honran, enseñando como doctrinas manda–
mientos de hombres ... Les decía también: Bien invalidáis el
mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición ...
invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que
habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a
estas" (Marcos 7:7, 9, 13).
Millones de personas engañadas ignoran que han estado
adorando a Cristo en vano. Han caído en el engaño de adorar
a "otro Jesús".