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El misterio de la Iglesia
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los profetas del Antiguo Testamento ... quizá aun desde
Abel, Enoc y Noé (Efesios
2:20).
Tan pronto como Jesús hubo vencido a Satanás, empezó
a llamar a sus futuros apóstoles. Éstos, junto con los profetas,
constituirían el
fundamento
mismo de
la
Iglesia bajo Cristo,
siendo éste el verdadero fundamento y cabeza (1 Corintios
3:11;
Efesios
5:23).
La mayoría de las personas no tienen el menor concepto
de
la
empresa sobrenatural suprema y extraordinaria empren–
dida por Dios al proponerse REPRODUCIRSE ASl MISMO for–
mando miles de millones de seres divinos y espirituales, ni de
las etapas multifacéticas de desarrollo necesarias para alcan–
zar este pináculo de la creación divina.
El plan de Dios: paso a paso
Dios no debía precipitarse. Era necesario un plan maes–
tro que se cumpliera paso a paso. Se necesitaba PACIENCIA y
una decisión inquebrantable de parte del divino Creador.
¡Pocos lo entienden!
Cuando yo tenía apenas cinco años, Dios puso en mi
mente y corazón el deseo, el anhelo, de adquirir ENTENDI–
MIENTO. Salomón quiso tener sabiduría y Dios se
la
dio por
encima de todos los hombres.
¿Cuál es el prerrequisito para recibir ENTENDIMIENTO?
"Buen entendimiento tienen todos los que practican sus
mandamientos" (Salmos
111:10).
El
mandamiento de prueba
es el cuarto: guardar el sábado de Dios. ¡Mi conversión fue el
resultado de una lucha por oponerme a ese mandamiento!
Pero cuando el Dios misericordioso me conquistó y me obligó
a rendirme sobre ese punto, me reveló la necesidad de guardar
también sus fiestas o sábados ANUALES, los cuales representan
los siete pasos espirituales en el gran plan maestro. (Esto se
explica en nuestra publicación gratuita titulada
Los
días
santos de
Dios.) Mediante este y otros conocimientos revela–
dos en la Santa Biblia, Dios me dio ENTENDIMIENTO de cómo
cumple su gran propósito, y también del papel necesario que
incumbe a su IGLESIA en el desarrollo de tan excelso propó–
sito.
Después de la desobediencia de Adán, mientras Satanás
seguía ocupando el trono de la tierra, sólo Dios podía saber