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El misterio de la Iglesia
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en el carácter justo. PoR ESO es un gobierno jerárquico, con
Dios en la cima, y no alguno de los sistemas de gobierno de
diseño humano. Si así fuera, ¡el pueblo estaría gobernando
sobre Dios!
Es el MISMO GOBIERNO que Cristo empleará para regir a
las naciones en el milenio.
POR ESO es que Satanás influye en los que llegan a ser
disidentes en la Iglesia de Dios creando en ellos resentimiento
y amargura contra el gobierno divino. ¡Por eso algunos se han
ido de la Iglesia!
Las iglesias de este mundo, el "cristianismo tradicional",
no hablan del gobierno de Dios. No muestran a Jesús como
futuro gobernante. No predican a Jesús como Rey sino úni–
camente como Salvador. Olvidan o rechazan los pasajes que
hablan de Cristo como Rey y futuro Gobernante y que hablan
del
gobierno del reino de Dios
...
lo que equivale a decir que
en sus enseñanzas y prédicas deliberadamente
RECHAZAN
y
OMITEN el mensaje evangélico de Cristo. Enseñan que al
"recibir" (OBTENER) a Cristo la persona está salva.
Repito, el individuo a quien Dios llama y agrega a su
Iglesia no es, en el momento de su conversión, ni remota–
mente capaz de recibir PODER para gobernar a las naciones.
Se le llama "niño en Cristo". Si se ha arrepentido y está
realmente convertido, ha recibido una porción del Espíritu
Santo de Dios. En Romanos 8:16 leemos que "el Espíritu
mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios".
Pero necesitamos crecer espiritualmente a fin de hacer–
nos aptos para gobernar a las ciudades y naciones y para
enseñar a los que se conviertan.
Como dijo el apóstol Pablo a los miembros de la Iglesia
primitiva que no estaban creciendo espiritualmente, "no os
hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y
la paciencia heredan las promesas. Porque cuando Dios hizo
la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor,
juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con
abundancia y te multiplicaré grandemente" (Hebreos 6:12-
14).
Aunque no hemos nacido de nuevo, ya somos hijos
engendrados de Dios. Para usar una analogía, el embrión o