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El misterio de la Iglesia
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En el primer siglo de nuestra era se cumplía mediante la
proclamación directa. ¿Qué parte le correspondía entonces al
miembro de una congregación local? ¡UNA
MUY
GRANDE! Sin
este gran cuerpo de miembros, ¡el apóstol no podía hacer nada!
Veamos un ejemplo en las Escrituras: Pedro y Juan
habían estado predicando el mensaje en el templo de Jerusa–
lén. Pedro había realizado un milagro y se reunió una multi–
tud. Como resultado, Juan y Pedro fueron encarcelados y
amenazados. Con su vida en peligro, los apóstoles se sintieron
inquietos.
Cuando se vieron libres, fueron inmediatamente adonde
los miembros (Hechos 4:23) en busca del ánimo y el apoyo
que necesitaban. ¡Los miembros ORARON con fervor! Pedro y
Juan NECESITABAN urgentemente esta lealtad, este respaldo y
las oraciones de los miembros. ¡UNIDOS FORMABAN
UN
EQUIPO!
Este autor, apóstol de Cristo, puede decir enfáticamente
que el apóstol, los evangelistas, pastores y ministros no
podrían llevar a cabo
la
obra de Dios sin el respaldo fiel y el
ánimo constante brindado por los miembros de
la
Iglesia.
Y un miembro como individuo tampoco puede desarro–
llar
dentro de sí el carácter perfecto, justo y santo de Dios sin
las operaciones del apóstol, los evangelistas, pastores y minis–
tros. Todos estos miembros que
DIOs HA
PUESTO EN
su
IGLESIA
dependen los unos de los otros. Forman un organismo espiri–
tual bien estructurado y totalmente distinto de cualquier
entidad secular y mundana.
Más específicamente, ¿cómo funciona esta dependencia
recíproca?
Dios ha provisto métodos modernos
En general, toda
la
operación de la Iglesia cuesta dinero
en este mundo del siglo 20. Para poder cumplir su misión
la
Iglesia tiene a su disposición medios que no existieron en el
primer siglo de nuestra era. Sin los diezmos y las generosas
ofrendas de los miembros de
la
Iglesia, la comisión no podría
llevarse a cabo en el mundo de hoy.
Sin las oraciones constantes y fervientes de todos los
miembros, la obra no podría cumplirse. Sin el ÁNIMO cons–
tante brindado por los miembros y quienes los dirigen a nivel
local, los que laboramos en
la
sede de la Iglesia no podríamos