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El misterio de los siglos
Apocalipsis 17:14 habla de los ejércitos de los Estados
Unidos de Europa, el Imperio Romano que ahora mismo está
resucitando: "Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los
vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes ..."
¿Cómo los vencerá?
La
respuesta aparece en el capítulo
14 de la profecía de Zacarías: "Y esta será la plaga con que
herirá el Eterno a todos los pueblos que pelearon contra
Jerusalén: la carne de ellos se corromperá estando ellos sobre
sus pies, y se consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua
se les deshará en su boca" (versículo 12).
La carne se les pudrirá casi instantáneamente ...
estando ellos sobre sus pies.
Esta es la retribución divina a los ejércitos que luchen
contra Cristo. ¡Qué demostración del poder divino con que el
Cristo glorificado gobernará a las naciones! Toda rebelión
contra Dios y su gobierno será extinguida de inmediato.
¿Se da el lector cuenta de que toda la infelicidad y todos
los males que aquejan al hombre se deben a la violación de
la ley de Dios?
Si nadie tuviese otro dios en lugar del verdadero; si todos
los hijos aprendieran a honrar, respetar y obedecer a sus
padres y si todos los padres criaran a sus hijos dentro de los
caminos de Dios; si nadie permitiese que el espíritu de
homicidio entrara en su corazón y no hubiese guerras ni
muerte de seres humanos por obra de otros seres humanos;
si todos los matrimonios conservaran la felicidad y no hubiera
relaciones sexuales sino dentro del matrimonio; si todos de–
searan el bien del prójimo hasta el punto de no robar jamás;
si pudiésemos desechar candados, llaves y cajas fuertes; si
todos dijeran la verdad y se pudiera confiar en la palabra de
todos; si nadie codiciara lo que no le pertenece; si a todos les
importara el bienestar ajeno tanto como el propio hasta el
punto de que les pareciera realmente más bienaventurado
dar
que recibir, entonces ¡qué feliz sería nuestro mundo!
En un mundo así, donde todos amaran y adoraran a Dios
con toda su mente, con todo su corazón y todas sus fuerzas;
donde todos se ocuparan del bienestar del prójimo así como
del propio, no habría divorcio ni hogares y familias desbara–
tadas; no habría delincuencia juvenil, ni crimen, ni cárceles;
no habría policía salvo para fines de dirección y vigilancia