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El misterio de los siglos
Apocalipsis 19. ¿Qué otra cosa importante sucederá para que
haya paz,
FELICIDAD
y
ALEGRiA
en la tierra? Satanás el diablo
será
DEPUESTO
del trono de la tierra.
Apocalipsis 20:1-3 consigna la noticia: "Vi a un ángel que
descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena
en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es
el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al
abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no
engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil
años; y después de esto debe ser desatado por un poco de
tiempo".
Así terminarán los días del hombre ... de una humani–
dad engañada y desorientada por Satanás durante 6.000 años.
Satanás no podrá seguir transmitiendo por el aire hacia
la mente del hombre. Ya no podrá inyectar su naturaleza
satánica (la cual, a raíz de su mismo engaño, hemos llamado
equivocadamente "naturaleza humana") en los seres incautos.
La
naturaleza humana no desaparecer6 de repente
Esto no significa, empero, que la naturaleza satánica
adquirida desaparezca de la mente humana inmediatamente.
Serán millones los seres que tendrán esta naturaleza. Y
aunque Satanás no podrá seguir transmitiéndola, los hábitos
ya adquiridos no se desarraigan automáticamente.
Dios nos ha dado libre albedrío. Nos ha dado el control
sobre nuestra propia mente, excepto en la medida en que
Satanás nos engaña y desorienta.
Pero entonces, los hombres ya no estarán engañados. El
Cristo todopoderoso y los santos inmortales que gobernarán
con Él empezarán a quitar el velo que encegueció el corazón
de los hombres.
Por eso digo que la utopía completa no se establecerá de
inmediato. Muchos millones tendrán aún la actitud de rebel–
día, de vanidad, codicia y concupiscencia. Pero con la venida
de Cristo empezará el proceso de reeducación, de abrir las
mentes engañadas, de desengañarlas y de traer a los hombres
al arrepentimiento voluntario.
Desde que Cristo asuma el poder y quite a Satanás, la ley
de Dios y la palabra del Eterno saldrán de Sion y se difundi–
rán por toda la tierra (lsaías 2:3).