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El misterio del reino de Dios
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La sentencia de 6.000 años que Dios pronunció contra el
mundo de Adán, sentencia según la cual el hombre quedó
aislado de Dios, habrá terminado. Cristo empezará a llamar
a todos los mortales al arrepentimiento y a la salvación
espiritual. Y el Santo Espíritu de Dios fluirá de Jerusalén
(Zacarías 14:8).
¡Es glorioso! Será el amanecer de un nuevo día. Pronto
vendrá la paz. Los hombres dejarán el camino del "obtener"
y seguirán el camino del "dar": el camino divino del amor.
¡Entonces la tierra será sede de una
NUEVA
CIVILIZACióN!
¿Cómo será el mundo de mañana? En Isaías 2:2-4 lee–
mos: "Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será
confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de
los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él
todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán:
Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de
Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus
sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra
del Eterno" (ver también Miqueas 4:1-3).
¡Es fantástico! No habrá
más
guerras. No habrá temor de
hombre o bestia. La paz mundial será realidad. Algo tendrá
que causar esa paz. La ley de Dios, que el cristianismo
tradicional creyó abolida, saldrá desde Jerusalén y todo el
mundo estará tan lleno del conocimiento de Dios como los
lechos marinos están llenos de agua.
Aun los animales salvajes se domesticarán y serán pací–
ficos: "Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el
cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica
andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa
pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey
comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre
la
cueva del
áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la
caverna de la VIoora. No harán mal ni dañarán en todo mi
santo monte; porque
la
tierra será llena del conocimiento del
Eterno, como las aguas cubren el mar" (lsaías 11:6-9).
¡Imagínese el lector esa situación tan distinta y maravi–
llosa! ¡Imagínese todos los problemas del hombre por
fin
resueltos!
Podemos vislumbrar un mundo donde no habrá analfa–
betismo ni pobreza, donde no habrá hambre ni miseria; un