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El misterio de los siglos
corrompidos. Están plagados de términos paganos, supersti–
ciones, errores, excepciones a las reglas y giros peculiares.
Dios dice: "En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos
pureza de labios, para que todos invoquen el nombre del
Eterno, para que le sirvan de común consentimiento" (Sofo–
nías 3:9).
Esta será una era nueva de buena literatura y de buena
música. Se evitará la duplicación de esfuerzos así como los
malos entendidos causados por los escollos lingüísticos, y
miles de horas de laboriosa traducción. Será una era maravi–
llosa cuando todo el mundo estará realmente educado y todos
hablen un mismo idioma.
La estructura económica
Dios muestra que Jerusalén será no sólo la capital espi–
ritual sino también la capital financiera del mundo.
De esta ciudad reconstruida el Creador dice: "Entonces
verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu
corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar,
y las riquezas de las naciones hayan venido a ti" (lsaías
60:5).
Ahora bien, hemos visto que Dios levantará muchas
zonas que hoy están cubiertas por las aguas del mar. Habrá
más tierras disponibles. Los científicos saben que la mayor
parte de las materias primas yacen en los estratos debajo de
los mares. Dios dice que esta enorme riqueza será accesible
durante el reinado de Jesucristo en la tierra.
Dios dice que la riqueza del mundo estará centrada en
Jerusalén y que los amplios programas de reconstrucción,
rehabilitación y progreso en esa nueva era estarán respalda–
dos por tales riquezas.
"Porque así dice el Eterno de los ejércitos: De aquí a
poco yo
haré
temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra
seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado
de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho
el Eterno de los ejércitos. Mía es la plata, y mío el oro, dice
el Eterno de los ejércitos" (Hageo 2:6-8).
El gran tesoro de Dios estará a la vista del público. No
habrá lingotes de oro ocultos y totalmente inútiles en profun–
das bóvedas subterráneas. No habrá miedo de robos ni atra-