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El misterio del reino de Dios
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cuanto a capacidades y carácter de Dios recibe mando sobre
cinco ciudades. La parábola de los talentos muestra lo mismo,
pero también que seremos juzgados por lo que hacemos
con
lo
que tenemos.
Es decir, que las personas de menor capaci–
dad serán juzgadas según su motivación, aplicación, diligencia
y persistencia conforme a su capacidad. A los que hayan
recibido mucho en materia de capacidades naturales y dones
espirituales, se les exigirá mucho. Los de menor capacidad
tienen, sin embargo, la misma probabilidad de recibir una
recompensa en el reino de Dios que tienen las personas de
grandes capacidades, siempre y cuando se esfuercen lo
mismo.
Y ¿qué sucederá a las naciones gentiles? ¿Quién tendrá
el mando sobre ellas?
Hay fuertes indicios, aunque no una aclaración específica
y definitiva, de que según los principios y nombramientos
específicos ya revelados, el profeta Daniel será rey sobre
todas ellas, directamente bajo Moisés. ¿Qué profeta, qué
hombre de Dios, fue enviado para capacitarse en la autoridad
gubernamental de alto nivel dentro del primer imperio mun–
dial? Y ¿qué hombre rehusó seguir las costumbres y caminos
paganos aun sirviendo como segundo en orden de mando
después del rey? ¿Qué hombre se mostró leal a Dios y a su
culto y obediente a sus leyes, aunque servía en el nivel más
alto del primer imperio mundial?
¿Quién más, si no el profeta Daniel?
A primera vista, se podría creer que Cristo pondrá al
apóstol Pablo como cabeza de todas las naciones gentiles bajo
Moisés y Cristo. Y efectivamente, Pablo se mostró apto para
desempeñar un alto cargo de autoridad sobre los gentiles.
Pero Daniel estuvo en contacto casi diario con el rey en
el primer gobierno mundial. Y aunque fue un gobierno hu–
mano, Daniel se mostró perfectamente leal y obediente a Dios
y a su gobierno. Dios se valió de él para revelar al rey
Nabucodonosor y a sus sucesores inmediatos que el Creador
es quien reina sobre todas las naciones. Daniel rechazó los
manjares especiales del rey, que incluían carnes que las leyes
divinas de la salud clasifican como inmundas. Oraba tres
veces al día, sabiendo que con esto se haría lanzar al foso de
los leones. Confió en que Dios lo protegería y lo libraría de