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El misterio de los siglos
más amargo que jamás hube de apurar. Sin embargo, fue el
único
medicamento que alguna vez me sanó de algo.
Empecé a ver que dentro de esta derrota absoluta estaba
encontrando una alegría inefable. Había
GOZADO
con el estu–
dio de la Biblia, descubriendo nuevas
VERDADES
que hasta
entonces habían permanecido ocultas para mí. Y al entre–
garme a Dios completamente arrepentido, experimenté la
DICHA
indescriptible de aceptar a Jesucristo como mi Salva–
dor personal y Sumo Sacerdote.
Comencé a ver todo bajo una luz nueva y diferente.
¿Por
qué
me había parecido tan dificil y penoso entregarme a mi
Creador y mi Dios?
¿Por qué
me había dolido entregarme a
Dios para
obedecer sus buenos caminos?
¿PoR QUÉ? Estaba
adquiriendo toda una nueva perspectiva de la vida.
Poco a poco, sentí que a mi vida había llegado una
NUEVA
amistad y un
NUEVO
compañerismo. Tomé conciencia del
contacto y la comunicación con Jesucristo y con Dios el
Padre.
Cuando leía y estudiaba la Biblia, era Dios quien me
hablaba ... ¡y ahora me encantaba escuchar! Comencé a orar,
y sabía que en la oración hablaba con Dios. Todavía no lo
conocía muy bien, pero las relaciones se estrechan mediante
el contacto y la conversación constantes.
Continué, pues, el estudio de la Biblia. Comencé a escri–
bir las cosas que aprendía en forma de artículos. No me
imaginé que los artículos llegarían a publicarse. Los escribí
por gusto. Era una manera de aprender más por medio del
estudio.
Ahora puedo decir, con el apóstol Pablo, "que el evange–
lio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí
ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de
Jesucristo ... Pero cuando agradó a Dios ... revelar a su Hijo
en mí ... no consulté en seguida con carne y sangre, ni [fui
a un seminario teológico sino que me enseñó Jesucristo, la
Palabra de Dios (por escrito)]" (Gálatas 1:11-12, 15-17).
Por eso he dicho que la experiencia dolorosa que tuve
en aquel primer estudio intensivo fue algo muy singular en
la vida humana y en el comportamiento de nuestros días.
No
de ningún líder religioso en el mundo que haya recibido
sus enseñanzas de
tal
manera. ¡Las enseñanzas religiosas