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El misterio de los siglos
(Apocalipsis 12:9). Y siendo un
hecho
este engaño universal,
tiene que haber un gran
ENGAÑADOR.
Esto lo veremos más
adelante.
Dios era irreal para los antiguos
Adán, el primer hombre creado, al tomar del fruto del
árbol de la ciencia del bien y del
mal
estaba también recha–
zando a Dios como Creador. Indudablemente, Dios había
revelado algo acerca de sí mismo a Adán.
No obstante, Adán se aisló a sí mismo de su Creador. Sin
duda, algunos de los conocimientos que Dios le había impar–
tido fueron transmitidos con éxito de padres a hijos por
muchas generaciones. Jesús llamó a Abel, segundo hijo de
Adán, el "justo Abel". Abel hizo lo correcto cuando ofreció un
cordero en sacrificio a Dios. Más tarde, Enoc "caminó con
Dios". Dios también habló con Noé y le dio instrucciones
sobre cómo construir el arca.
Ciertos recuentos históricos implican que Sem, uno de
los tres hijos de Noé, tuvo algún conocimiento del Dios
verdadero después del diluvio. Pero resulta claro que el cono–
cimiento de Dios se fue desvirtuando cada vez más con el
paso de las generaciones.
.
Como mencionaremos en el capítulo
IV
de este libro,
Nimrod prácticamente se hizo a sí mismo un dios. Con el
paso de las generaciones y los siglos, el conocimiento del Dios
verdadero casi se perdió. Las antiguas naciones paganas
hicieron muchos ídolos de arcilla, madera, piedra y otros
materiales. Los arqueólogos han desenterrado muchas repre–
sentaciones de dioses paganos, las cuales pueden ser vistas en
museos hoy. Como dijo el apóstol Pablo, adoraron la creación
en vez del Creador (Romanos 1:25).
El concepto del primer siglo
El Nuevo Testamento nos da a entender la ignorancia
que imperaba acerca de qué y quién es Dios.
Los eruditos del mundo en el primer siglo eran los
intelectuales atenienses. Algunos se encontraron con el após–
tol Pablo en Atenas y comenzaron a discutir.
"Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos
disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este