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El misterio de los siglos
Mi esposa y yo habíamos hecho algunos adelantos en el
estudio de
la
Biblia y en el tema de la curación divina, cuando
llegó a la ciudad de Portland, Oregón, una predicadora de
nombre Aimee Semple McPherson.
La Sra. McPherson realizó una campaña evangelística en
el auditorio de la ciudad. Mi esposa y yo fuimos una vez y
luego yo volví solo en otra ocasión. Estábamos analizando
distintas enseñanzas y grupos religiosos. No pude entrar
porque el recinto estaba lleno, pero un acomodador me dijo
que podría entrar por
la
puerta de artistas en la parte de atrás
del auditorio. Corriendo, di la vuelta buscando la entrada de
artistas. Allí me encontré con un triste espectáculo. Una
señora y un niño se esforzaban por sacar a un hombre
terriblemente lisiado de un automóvil y meterlo por la puerta
del auditorio. Corrí a ayudarles. El hombre tenía la columna
torcida, no recuerdo ahora si era por artritis, una enfermedad
congénita o alguna otra enfermedad. Sea como fuere, el
hombre completamente impedido movía a lástima.
Logramos llevarlo hasta la entrada. A mí no me habrían
dejado entrar si no hubiera estado llevando al lisiado, quien
había venido para que lo sanara la famosa evangelista.
No pudimos hablar con la Sra. McPherson antes de los
servicios, y tampoco después. Ayudé al lisiado a regresar a su
automóvil. Se veía muy desilusionado.
-Si realmente desea sanarse -le dije antes de partir-,
yo tendré mucho gusto en ir a su casa y orar por usted. La
Sra. McPherson no tiene poder en sí misma para sanar a
nadie. Yo tampoco. Solamente DIOs puede sanar. Pero sé lo
que Él ha prometido, y creo que me escuchará
tan
de buena
gana como a la Sra. McPherson. Sólo se necesita que usted
CREA
lo que DIOs ha prometido y que ponga su fe en Él, no
en la persona que esté orando por usted.
Me dieron su dirección, al sur de
la
calle Foster. Al día
siguiente pedí prestado el automóvil de mi hermano Russell
y me dirigí hacia allá.
Había estudiado el tema de
la
curación en la Biblia y
había aprendido que Dios impone dos condiciones: 1) tene–
mos que
guardar sus mandamientos
y hacer las cosas que son
agradables a Él (1 Juan 3:22), y 2) tenemos que
CREER
de
verdad (Mateo 9:29).