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Los ángeles y los espíritus malignos
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necesariamente la facultad de
elegir y decidir, pues de lo contrario no habría sido un ser con
su propio carácter e individualidad.
En este punto debemos aclarar un hecho que casi nadie
entiende. Dios crea siguiendo el principio de dualidad. Yo lo
he comparado con una mujer que hornea una torta. Cuando
la saca del horno, no está terminada, pues falta decorarla con
algún batido o glaseado. Cuando Dios creó la tierra y demás
planetas, aplicó el principio de dualidad.
Lo
que se había creado era perfecto hasta allí, pero aún no
era una obra terminada. Dios dispuso que los ángeles participa–
ran en la terminación de la superficie terrestre. Dispuso que
trabajaran en la superficie de la tierra para perfeccionarla, embe–
llecerla, adornarla ... en otras palabras, que "decoraran la torta".
El mismo principio de dualidad se aplica a la creación de
los ángeles. El carácter justo y perfecto no se puede crear
automáticamente por decreto. Era necesario que los ángeles
participaran en el desarrollo de su propio carácter. La crea–
ción de los ángeles no estaría terminada hasta que dicho
carácter se hubiese perfeccionado en ellos.
Lucero, luego Satanás
Deseo que el lector comprenda la magnitud del esplendor
de esta obra maestra creada por Dios. Hay dos pasajes en la
Biblia que describen a Lucero en su estado original.
Primero, veamos lo revelado en lsaías 14. (Este famoso
capítulo empieza con el momento, que vendrá pronto, cuando
el Eterno Dios habrá intervenido en los asuntos del mundo.
El pueblo de Israel, que no está compuesto necesaria ni
exclusivamente de israelíes o judíos, habrá sido llevado en
cautiverio y Dios intervendrá para devolverlos a su tierra
prometida.) "Y en el día que el Eterno te dé reposo de tu
trabajo y de tu temor, y de la dura servidumbre en que te
hicieron servir, pronunciarás este proverbio contra el rey de
Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la
ciudad codiciosa de oro! Quebrantó el Eterno el báculo de los
impíos, el cetro de los señores; el que hería a los pueblos con
furor ... el que se enseñoreaba de las naciones con ira, y las
perseguía con crueldad" (versículos 3-6).