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Los ángeles
y
los espíritus malignos
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rey de Tiro). Dios le dice al profeta Ezequiel: "Hijo de
hombre, dí al príncipe de Tiro [refiriéndose a un poderoso
dirigente religioso que surgirá
PRONTO,
en nuestros días]: Así
ha dicho el Eterno el Señor: Por cuanto se enalteció tu
corazón, y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy
sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios),
y
has
puesto tu corazón como corazón de Dios; he aquí que
tú eres más sabio que Daniel; no hay secreto que te sea
oculto. Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado
riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros ... y a
causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón. Por tanto,
así ha dicho el Eterno el Señor: Por cuanto pusiste tu corazón
como corazón de Dios, por tanto, he aquí yo traigo sobre ti
extranjeros, los fuertes de las naciones ... Al sepulcro te
harán descender, y morirás con la muerte de los que mueren
en medio de los mares" (versículos 2-8). (Compárese con
11
Tesalonicenses 2:3-4, que habla del "hombre de pe–
cado ... el cual se opone y se levanta contra todo lo que se
llama Dios ... tanto que se sienta en el templo de Dios
como
Dios, haciéndose pasar por Dios".)
Un ser realmente superior
En este punto, como en Isaías 14, el personaje pasa de
ser una figura humana inferior para representar a un gran ser
espiritual. En vez del príncipe de Tiro, un ser humano, se
trata ahora del
REY
de Tiro. Este es el mismo Lucero.
El profeta Ezequiel prosigue: "Vino a mí palabra del
Eterno, diciendo: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el
rey de Tiro, y dile: Así ha dicho el Eterno el Señor:
eras
el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de
hermosura" (Ezequiel 28:11-12).
Por favor, lea esto de nuevo. Dios jamás diría algo así de
un ser humano. Este magnífico ser espiritual reunía
la
suma
total de la sabiduría, la perfección y la belleza. Era la obra
culminante, la obra maestra de Dios, como ser creado indivi–
dualmente. ¡Era lo más grandioso que Dios, con su poder
supremo, podía crear! Lo trágico es que ¡se rebeló contra su
Hacedor!
"En Edén, en el huerto de Dios estuviste". Había estado,
pues, en la tierra; aquí estuvo su trono. "De toda piedra