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Declaración del autor
xi
Todo comenzó en torno a la teoría de la evolución y la
observancia del domingo como día de reposo.
Sabía que la Biblia era el libro de mayor venta en el
mundo, mas para mí había sido siempre un enigma. No la
había podido entender.
Una vez afirmé: "La Biblia dice: 'Guardarás el do–
mingo' ". Me preguntaron cómo lo sabía. ¿Acaso lo había
leído en la Biblia?
Respondí que lo sabía muy bien porque todas las iglesias
guardan el domingo como día de reposo y daba por sentado
que sus enseñanzas provenían de la Biblia.
Pero a raíz de esto estaba en juego mi matrimonio. Me
vi obligado a hacer un estudio profundo de la Biblia y otro
de la teoría de la evolución, que en ese momento estaba
ganando rápida aceptación universal en el campo de la edu–
cación superior.
Un estudio a profundidad de las obras de Darwin,
Huxley, Haeckel y otros me llevó a dudar de la autoridad de
la Biblia y de la existencia de Dios.
Esos pensadores intelectuales estaban al tanto del incre–
mento en el conocimiento sobre el universo. Ellos no podían
armonizar este conocimiento, que aumentaba rápidamente,
con las enseñanzas religiosas de su tiempo. Mis investigacio–
nes sobre el pensamiento de los fundadores de la teoría de la
evolución me hicieron recordar lo que leí en el Salmo 8, sobre
cómo el rey David, monarca de una antigua nación, observó
las estrellas del cielo y, viendo
la
extensión del vasto universo,
comenzó a meditar. En su mente, se preguntó qué era él y qué
es el hombre ... en la vasta extensión del universo infinito.
Me di cuenta de que este antiguo rey jamás recibió una
respuesta cabal a los interrogantes que le inquietaban. No
obstante, más tarde en mis investigaciones descubrí cómo la
respuesta final le fue revelada al apóstol Pablo y explicada en
el segundo capítulo de la Epístola a los Hebreos.
Estaba decidido a hallar pruebas absolutas de
la
existen–
cia de Dios y de la autoridad de la Biblia, o a rechazar tanto
lo uno como lo otro. Me di cuenta de que la mayoría de las
personas aceptan o rechazan una creencia, sin pruebas, ba–
sándose en una suposición descuidada de lo que han oído o
lo que se les ha enseñado. Mas yo quería entender; quería