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El misterio del hombre
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¡Es algo que
debe
interesamos!
Es un misterio que ha desconcertado a la educación
superior.
La educación superior en el siglo 20 ha llegado casi
unánimemente a aceptar la teoría de la evolución. Ni siquiera
considera la posibilidad de una creación planeada por un Dios
de mente suprema, inteligencia perfecta y poder ilimitado.
Mas la teoría de la evolución no puede explicar un mundo
paradójico que produce adelantos admirables pero que es
incapaz de resolver sus problemas y sus males crecientes. No
da ninguna razón para la existencia humana. La educación
superior ignora despectivamente, y sin estudiarlas siquiera,
las verdades bíblicas acerca de la presencia del hombre en la
tierra y las causas del estado actual de la civilización.
La educación en el mundo civilizado es enteramente
materialista. La educación se ha reducido a una mezcla del
agnosticismo de la evolución, la política y economía de Carlos
Marx y la moral de Sigmund Freud. La educación superior
ignora totalmente el misterio del hombre y de la civilización
humana.
La educación superior no sabe, ¡y
no desea
saber! Cuando
averiguamos el QUÉ y el PORQUÉ, los intelectuales, depositarios
del CONOCIMIENTO, evaden el asunto o bien salen lanza en ristre.
Ignoran, porque así lo desean, QUÉ es el hombre y PORQUÉ existe.
La educación cierra la mente y la boca en un silencio
obstinado. La ciencia no sabe. Y la religión no lo revela
porque tampoco lo sabe. Es increíble ... ¡pero cierto!
Entra Dios en escena
¿PoR QUÉ esta ignorancia voluntaria? Porque el asunto
tiene que ver con DIOS. Satanás es hostil contra Dios. Satanás
ocupa el trono de la tierra y ha cegado la mente de los
intelectuales y otros miembros de la sociedad. Pensemos por
un momento en el individuo
más
erudito, con varios títulos
universitarios a sus espaldas. Está altamente capacitado en
ciertos campos específicos respecto de los cuales tiene cono–
cimientos detallados y complejos. Pero si le preguntamos
sobre algo que está fuera de su campo de especialización, es
tan ignorante como los demás mortales carentes de sus in–
trincados y laberínticos conocimientos.