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El misterio de los siglos
Los principales estamentos de la civilización: el gobierno,
la religión, la educación, la ciencia, la tecnología y la indus–
tria, le sacan el cuerpo a DIOS. ¡No quieren que Dios se meta
en sus asuntos! La sola mención de su nombre los hace sentir
incómodos.
Esta ignorancia sólo se explica por la influencia invisible
e inadvertida del poder maligno y sobrenatural de Satanás y
los seres demoniacos espirituales. Cuando leemos en Apoca–
lipsis 12:9 que todo el mundo ha sido engañado por Satanás,
esto incluye a los de avanzado intelecto. Jesucristo dio gracias
a Dios porque
ocultó
su verdad a los sabios y prudentes y
la reveló a quienes son bebés en el conocimiento materia–
lista.
En el primer capítulo de este libro hablamos de QUÉ y
QUIÉN es Dios, y encontramos que Dios es muy REAL. Dios es
más de una persona: es una familia, es la familia divina y
suprema. Es el Creador de cuanto existe, y tiene un PROPÓ–
SITO, que es la creación del CARÁCTER perfecto, justo, santo
y espiritual en el HOMBRE hecho inmortal y convertido en
parte de su familia divina.
La
presencia del HOMBRE en la tierra tiene que guardar
alguna relación con el PROPÓSITO del Dios creador.
Con estas preguntas y afirmaciones de importancia bá–
sica, tenemos que preguntar: ¿POR QUÉ hay tantos males en
nuestro mundo enfermo y caótico? Nuestro mundo afronta,
como su problema número uno y sin solución, aquel de la
SUPERVIVENCIA humana. ¿Podrá sobrevivir el hombre en la
tierra, aunque sea por lo que resta de este siglo 20? ¿Podrá
sobrevivir a la explosión demográfica y a la fuerza nuclear,
producto de su inteligencia?
Consideremos ahora lo que hemos dicho acerca del
pro–
pósito
de Dios para los ángeles que pecaron en la tierra.
Porque aquella rebeldía de los ángeles lleva directamente al
propósito de Dios para el hombre, a nuestra pregunta de QUÉ
es el hombre y POR QUÉ existe.
La
faz de la tierra asolada
En vez de mejorar, embellecer y completar la creación de
la tierra, los ángeles pecadores la redujeron a la ruina y la
desolación.