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¿Creó Dios la naturaleza humana?
Dios, lo que le hubiera impartido la
naturaleza divina
(II Pedro 1:4).
En consecuencia, la única revelación que tenemos respec–
to a la naturaleza de Adán antes de su pecado es que ésta
no
era perversa, diabólica ni hostil a Dios. Posiblemente existía
en él la inclinación física y mental hacia la autopreservación,
pero
no
un egoísmo maligno.
Debemos estar muy conscientes de que Dios creó a Adán y a
todo el género humano para cumplir un
propósito.
Es preciso
que entendamos exactamente en
qué
consiste este propósito.
Un super rey
Antes de la creacwn del hombre los ángeles poblaron este
planeta (II Pedro 2:4-6), y estos ángeles pecaron. Dios les
había dado un monarca: el superarcángel Lucifer, para que los
rigiera según los preceptos del
GOBIERNO DIVINO
(Isaías
14:12-15; Ezequiel 28:11-17).
Entre todos los seres creados el grandioso rey Lucifer era
supremo en lo que a perfección creada se refiere (Ezequiel
28:12, 15). Pero recordemos que el carácter santo y justo es
algo que
no
puede ser creado
instantáneamente.
Es algo que
debe ser
desarrollado,
dentro de un ser independiente,
mediante un proceso en el cual éste llega a distinguir el bien
del mal, a
escoger
el bien y a rechazar el mal, aun en contra de
sus propios deseos egoístas.
Lucifer y los ángeles que le siguieron (aparentemente un
tercio de todos los ángeles) fueron creados como seres santos,
inmortales, compuestos de espíritu. No obstante, a fin de que
tuvieran personalidad e individualidad como seres indepen–
dientes, era necesario que fueran dotados de la facultad de
conocer, pensar, razonar y tomar decisiones.
Esos ángeles siguieron a su rey, Lucifer, en la decisión de
alejarse de Dios
rebelándose
contra su gobierno, es decir,
contra su
camino de vida.
Ese es el camino del
AMOR,
que es
un interés altruista por el bienestar de los demás. Implica
humildad, obediencia y amor de la criatura hacia el Creador y
una actitud desinteresada de dar, servir, cooperar y compar–
tir. Los ángeles escogieron el camino de la vanidad, ambición,
codicia, competencia, lucha, violencia, resentimiento, amargu–
ra y destrucción. Obviamente, los restantes dos tercios de los