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LOS DIEZ MANDAMIENTOS
Pero ahora el Dios verdadero, el Dios de Israel, les habia
librado del yugo egipcio y mediante portentosos MILAGROS, les
había sacado de Egipto a través de las aguas del mar Rojo que se
levantaron a su diestra y siniestra, cual fuertes muros (Exodo 14).
Desde el momento en que los israelitas acabaron de pasar a
través del mar Rojo, Dios empezó a tratar con ellos y a recordarles
sus leyes que tal vez, en parte, habían olvidado. Antes de que
llegaran al Monte Sinaí, Dios borró toda duda en lo que respecta a
qué día es su SÁBADO, mediante la ejecución de una serie de
milagros para recordarles el SÁBADO del Señor su Dios (Exodo 16).
En Exodo 18, se nos dice que Moisés estaba ya juzgando al pueblo
de acuerdo con las leyes y los estatutos de Dios (versículo 16).
Cuando llegaron al Monte Sinaí, Dios propuso - NO darles
una nueva ley - sino hacer un pacto o acuerdo con ellos, a fin de
que fueran su pueblo
especial
y El fuera el Dios de ellos, cuyas
leyes, estatutos y juicios habrían de obedecer.
Puesto que los Diez Mandamientos eran -y siempre serán -
la ley espiritual básica de Dios (Romanos 7:14), fueron hechos
parte de este acuerdo o pacto entre Dios e Israel, y puesto que
éstos eran sus leyes santas y espirituales, el Eterno los dio con gran
PODER, y, a diferencia del resto del pacto, los escribió con su
PROPIA MANO.
Nótese las circunstancias- o el ambiente circundante- en
Exodo 19. Dios ordenó al pueblo que se purificara y que se aperci–
biera para el día tercero en que El descendería a ellos (versículos 10
y 11). "Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinie–
ron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido
de bocina muy fuerte; y se ESTREMECIÓ todo el pueblo que estaba
en el campamento" (versículo 16).
Dios mostró su poder como CREADOR de la Tierra, conforme
empezó a pronunciar con su propia voz los Diez Mandamientos. El
Creador mismo descendió sobre el Monte Sinaí en su gloria: "Todo
el monte Sinaí humeaba, porque el Eterno había descendido sobre
él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el
monte se estremecía en gran manera" (versículo 18).
En este escenario de gran
gloria,
y
majestad
y PODER, Dios
pronunció los Diez Mandamientos al pueblo que estaba
temblando
de pavor al pie del monte. Su voz debe haber sacudido a aquella
gente cuando RESONABA de una parte a otra de la tierra como el
sonido del trueno (Salmo 104:7).