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LOS DIEZ MANDAMIENTOS
ETERNO DIOs que siempre ha existido. El verdadero Dios men–
cionó entonces el hecho de que fue El quien los sacó de la tierra de
Egipto, de la casa de servidumbre. Aquellos israelitas acababan de
EXPERIMENTAR su gloriosa liberación y la espectacular demostra–
ción del poder de Dios, al salvarlos y librarlos de la ignominiosa
esclavitud que habían venido sufriendo.
Ellos habían VISTO las plagas sobrenaturales que Dios
derramó sobre toda la tierra de Egipto. Habían VISTO que El hirió
de muerte a todo primogénito de los egipcios, como castigo final
que ablandó la dureza del corazón de Faraón. Habían VISTO las
aguas del mar Rojo elevarse a gran altura por encima de ellos cual
fuertes muros a su diestra y a su siniestra- todo ello
¡milagros
sobrenaturales!
¡Los ísraelitas VIERON, OYERON y SINTIERON la
majestad
y
PODER del Eterno Creador cuando El se les apareció sobre el
Monte Sinaí para pronunciar aquellas palabras:
"Y
o soy el Eterno
tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto"!
Sí, ellos habían experimentado esta liberación sobrenatural y
divina. Estaban ahora LIBRES de aquella esclavitud, de aquella
opresión que se había prolongado por días, meses, años, siglos -
libres de la
persecución,
del castigo que como esclavos sin derechos
habían sufrido en Egipto. Habían vísto el verdadero PODER de Dios
manifestado muy por encima del poder de los dioses de Egipto y
los dioses de otras naciones paganas a su alrededor. ¡Ahora sabían,
con toda certeza, que el Dios de Moisés realmente ERA Dios!
"No tendrás dioses ajenos delante de mí", fue el mandato.
¡Ahora ellos habían visto
demostrado
que no había apelación a un
Dios más grande, a ninguna sabiduría, comprensión, mísericordia,
gloria, o PODER superior!
Una cosa que debemos notar, es que la palabra hebrea tradu–
cida aquí "delante", puede también significar "en lugar de". Los
israelitas, aunque carnales, debían saber que no era recto o propio
poner algo en lugar del verdadero DIOs. Como el Origen de toda
vida, el Dador de la vida y el aliento, el Creador y Gobernador de
todo cuanto exíste, Dios Omnipotente debería ser
servido
y
ado–
rado
y
obedecido
por encima de TODO en los cielos o en la Tierra.
¡ESTA ES LA URGENTE LECCIÓN QUE TODAS LAS NACIONES Y
PUEBLOS NECESITAN APRENDER!
Si nosotros sirviéramos y OBEDECIÉRAMOS de verdad
al
Dios
de la Biblia, todos los conflictos y guerras cesarían automática-