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LOS DIEZ MANDAMIENTOS
El verdadero Dios es el Invisible, Eterno Creador y Goberna–
dor del universo. ¿Cómo debemos adorarle? El responde: "A este
hombre empero miraré,
al que es humilde
y
contrito de espíritu,
y
que tiembla ante mi palabra"
(Isaías 66:2, Versión Moderna).
Usted debe de adorar a Dios DIRECTAMENTE - y con un
corazón
humilde
y
dispuesto
a obedecer. Debe de
estudiar
la
Palabra de Dios -con el deseo de ser corregido por ella y ¡TEM–
BLAR ante la autoridad que ésta tiene sobre su vida! Con un
corazón experimentado en sumisión mediante
arrepentimiento
y
obediencia,
usted debe orar a Dios muchas horas cada semana,
de
rodillas,
y en silencio mientras desempeña sus tareas cotidianas.
Debe llegar a conocerle y amarle como a su "Padre".
Al igual que Enoc, Noé y Abraham, usted debe aprender a
"caminar con Dios"- y estar en constante y creciente comunión
y sumisión a El cada día de su vida. Entonces -
guiado por su
Espíritu
-
jamás pensará en poner un objeto fiSico entre usted y
su adoración al gran SoBERANO del universo, y Padre
personal
suyo en el cielo.
Una solemne advertencia
y
promesa
Hemos visto que Dios prohibe el erigir cualquier imagen o
ídolo para representarlo: "Porque yo soy el Eterno tu Dios; Dios
celoso, que visito la iniquidad de los padres sobre los hijos, hasta la
tercera y la cuarta generación de los que me odian y que uso de
misericordia hasta con la milésima generación de aquéllos que me
aman y guardan mis mandamientos" (Exodo 20:5-6).
Por ser nuestro Padre, Dios vela con amoroso celo por nuestro
eterno bienestar. El es CELOSO sobre nosotros en el sentido de que
no quiere la destrucción de sus criaturas y por lo tanto, no apoyará
la adoración de falsos dioses entre sus hijos. Esto, por supuesto,
es
para nuestro bien.
Si persistimos en una forma idolátrica y vana de adoración,
Dios dice que visitará nuestra iniquidad sobre nuestros hijos, nie–
tos y bisnietos. Ciertamente, hay muchas ramificaciones de esta
declaración y principio.
Pero hay un significado que es por demás obvio en este con–
texto. La persona que practica tal forma de adoración queda bajo
la influencia de ese falso culto, y con ello no sólo está haciendo
daño a su persona, sino a sus hijos y a
los hijos de sus hijos
también.
El principio es que la FALSA idea de adoración será