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EL CUARTO MANDAMIENTO
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señal entre mí y vosotros por vuestras edades, para que sepáis que
yo soy el Eterno que os santifico" (Exodo 31:13). Aquí se habla del
sábado como una "señal" que identifica al Dios verdadero - el
Dios de Israel. Pero, ¿cómo, en qué forma es éste una "señal"?
"Señal es
para siempre
entre mí los hijos de Israel; porque en
seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra, y en el séptimo día
cesó y reposó" (versículo 17). El sábado es una "señal" porque
identifica
a Dios, QUIEN CREÓ todas las cosas!
Dios ordena: "Guardarán, pues, el sábado los hijos de Israel:
celebrándolo por sus edades por pacto perpetuo" (versículo 16).
He aquí un pacto perpetuo para identificar al Dios verdadero de
Israel - ¡el CREADOR! Dios mismo descansó en el día de sábado, y
lo hizo SANTO en memoria de su obra de creación, y como una
"señal" perpetua de que El es el Creador.
El sábado es de vital importancia
En las páginas del Antiguo Testamento, la historia de Israel y
Judá muestra que dichas naciones fueron bendecidas en todas
formas, cuando adoraron al Dios verdadero y guardaron santo su
sábado. Pero cuando descuidaron este mandamiento de "recordar"
su sábado, y empezaron a adorar lo
creado
en vez del Creador,
cayeron en idolatría, paganismo, sacrificio humano, derrama–
miento de sangre, y recibieron el consiguiente CASTIGO de Dios
mediante los azotes de los hombres.
Aproximadamente en los años 721-718
A.
de C., la nación de
Israel fue reducida a la cautividad nacional más terrible que haya
sobrevenido a nación alguna en toda la historia de la Tierra. La
RAZÓN de tal castigo está descrita por Dios mismo en Ezequiel 20.
Después de describir cómo sacó a Israel de Egipto y le dio sus
estatutos y sus juicios, Dios declara: "Y díles también mis sábados,
que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy
el Eterno que los santifico. Mas rebeláronse contra mí la casa de
Israel en el desierto; no anduvieron en mis ordenanzas; y desecha–
ron mis derechos, los cuales el hombre que los hiciere, vivirá en
ellos, y mis sábados profanaron en gran manera; dije, por tanto,
que había de derramar sobre ellos mi ira en el desierto para
consumirlos" (Ezequiel 20:12-13).
Una y otra vez en todo este capítulo Dios denuncia la rebelión
de Israel - y específicamente los condena por quebrantar sus
SÁBADOS.